lunes, 31 de marzo de 2008

MIEDO, Raymond Carver


MIEDO

Miedo a ver un coche de la policía acercarse a mi puerta.
Miedo a dormirme por la noche.
Miedo a no dormirme.
Miedo al pasado resucitando.
Miedo al presente echando a volar.
Miedo al teléfono que suena en la quietud de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
¡Miedo a la limpiadora que tiene una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros que me han dicho que no muerden.
Miedo a la ansiedad.
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado, aunque la gente no creerá esto.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y miedo a llegar antes que nadie.
Miedo a la letra de mis hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que yo y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre cuando ella sea vieja,
y yo también.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día acabe con una nota infeliz.
Miedo a llegar y encontrarme con que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar lo suficiente.
Miedo de que lo que yo amo resulte letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
Ya he dicho eso.


RAYMOND CARVER, Todos nosotros, Bartleby Editores, Madrid, 2006, páginas 74-75.
&
Dobrawa Borkala

sábado, 29 de marzo de 2008

MARCIAL DEL ADALID, Joaquín Soriano


Marcial del Adalid (1826-1881)

Marcial del Adalid Gurrea (A Coruña, 24-VIII-1826; Lóngora-Oleiros, 16-X-1881) inició su aprendizaje musical en el seno de una familia de la alta burguesía coruñesa; tras estudios con el organista de la Colegiata de Santa María, viaja a París y a Londres, en donde cursa estudios con Ignaz Moecheles. Por dificultades financieras de la familia deberá regresar a La Coruña, en donde fija su residencia, sin renunciar a sus visitas esporádicas a diferentes capitales europeas, y sin per­der nunca el contacto con los círculos musicales de Madrid, en donde se mueven Martín Sánchez-Allú, José y Juan Guelbenzu, Emilio Arrieta, o José Inzenga, entre otros, y fijando los contactos editoriales necesarios para la publicación de sus obras. Según su biógrafa y editora M. Soto Viso (1999), su obra para piano pasa por diferentes etapas: se mueve, en una primera época, con un lenguaje plenamente romántico, hasta la composición de la Sonata fantástica, Op. 30, escrita en torno a 1853; hasta desembocar, tras un paréntesis, en una estética de lenguaje más conciso y con nuevas aperturas hacia terrenos inexplorados: formas próximas al clasicismo, la música popular, la ópera, o las nuevas series de canciones. De cualquier modo, cronología y analítica aún por ordenar y profundizar.

Carlos Villanueva


Sonata en Mi b mayor
01 Allegro molto (4’ 04”)
02 Andante (4’ 05”)
03 Andantino scherzoso (2’ 23”)
04 Finale—presto (3’ 50”)

Cuatro scherzos, Op. 24
05 Scherzo n. 1 (Fa menor) (4’ 59”)
06 Scherzo o. 2 (Sol mayor) (2’ 42”)
07 Scherzo n. 4 (Re mayor) (7’ 04”)
08 Scherzo o. 3 (Mi bemol) (9’ 01”)

09 El lamento op. 9 (Balada en Mi menor) (7’ 50”)
10 Vals brillante (Do# menor) (6’ 21”)

11 Elegía op. 10 (El último adiós, Fa# mayor) (7’ 49”)



Joaquín Soriano (piano)

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viernes, 21 de marzo de 2008

TU PERRO SE MUERE, Raymond Carver

TU PERRO SE MUERE

lo atropella una furgoneta.
lo encuentras a la orilla de la carretera
y lo entierras.
te sientes mal
te sientes mal por ti mismo,
pero te sientes peor por tu hija
porque era su mascota
y lo quería mucho.
solía canturrearle
y lo dejaba dormir en su cama.
escribes un poema sobre ello.
lo titulas un poema para tu hija
y trata del perro al que atropella una furgoneta,
de cómo te ocupaste de él,
lo llevaste al bosque
y lo enterraste hondo, muy hondo,
y el poema sale tan bien
que casi te alegras de que hayan atropellado
al pobre perro, sino, no habrías escrito
nunca ese poema.
entonces te sientas a escribir
un poema sobre la escritura de un poema
que trata de la muerte de ese perro,
pero mientres escribes oyes
a una mujer gritar
tu nombre, tu nombre de pila,
ambas sílabas,
y tu corazón se para.
dejas pasar un rato y vuelves a escribir.
ella grita de nuevo.
te preguntas cómo va a terminar esto.



RAYMOND CARVER






Todos nosotros





Bartleby Editores




Madrid



2006



páginas 32-33

domingo, 16 de marzo de 2008

DOMINGOS POR LA TARDE, Luis García Montero

DOMINGOS POR LA TARDE


A veces las infancias escapan de sí mismas
y corren por la lluvia como en fuera de juego
sin oír las sirenas de los árbitros.
Es verdad que son mares en un vaso de agua,
pero hay olas que tienen esa espuma
de las alineaciones,
paraísos que aguardan los despachos
del último minuto
o días que amanecen
con la tranquilidad de un tres a cero,
de un cinco a cero en punto de la tarde.

Por lo demás también hay labios
en el extremo izquierda del domingo,
lesiones en las dudas del mañana,
pasados que regresan
igual que una llamada de teléfono.
- ¿Y lo de ayer? Sonríe la memoria,
cuando parece amiga del equipo contrario.

Las verdades del área
son rectas de dudosa geometría,
como ardientes amores de ficción
en manos de un penalti.
Por eso saben mucho
de la felicidad y la belleza.

No conviene que demos a estas cosas
un valor excesivo.
Son noventa minutos en un vaso de agua.
Pero a mí me han quitado muchas veces la sed.




LUIS GARCÍA MONTERO, Vista cansada, Visor, Madrid, 2008, pp. 49-50.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Nocilla Experience, Agustín Fernández Mallo









En la árida estepa marrón situada al suroeste de Rusia, se alza una gigantesca construcción de cristal culminada en una cúpula destinada a albergar todo cuanto uno pueda llegar a imaginar con tal de eso que imagina tenga que ver con el juego del parchís. Brilla con fulgor suprafotográfico ese bloque de cristal sólidamente clavado a una tie­rra de nieve inmaculada y piedras sueltas. En apariencia, un espejismo. Espacios para entrenamiento, alojamiento para cursillistas y maestros, salas de videoproyecciones, la­boratorios de programación computacional destinados a pergeñar partidas, gimnasios de relajación y/o concentración orientados a los momentos previos al juego, 1 biblio­teca cuya única temática son las fichas rojas, otra sólo para las amarillas, otra sólo para las azules, otra para las ver­des, restaurante y dietas especiales para alumnos, 1 can­tina para visitantes y 2 bibliotecas dedicadas a la Historia del parchís. Se halla en las cercanías de la ciudad de Ulan Erge, en la región rusa de Kalmykia, una zona al norte del mar Caspio que tiene forma de lengua estrangulada entre las recientes repúblicas de Ucrania y Kazajstán donde 300.000 rusos y rusas viven en la pobreza que rodea a ese gran complejo parchístico. En los mismos lindes del pa­lacio da arranque una extensión segmentada por caminos semiasfaltados que unirá un horizonte atiborrado de pos­tes de teléfono sin línea. Suele verse por allí alguna mula que se ha perdido; posiblemente duerma en una caseta de antiguos trasformadores eléctricos y paste entre las antenas de radio y televisión que fueron plantadas en su día. Esa piel de antenas se dibuja dentro de un círculo de borde Irregular de 2 kilómetros de radio en torno al palacio del parchís, pero no tiene nada que ver con el parchís: el gobier­no ruso ubicó allí todo ese antenaje debido a las excelentes condiciones que ofrece la región en cuanto a altura, ausen­cia de interferencias y privilegiada situación fronteriza euroasiática. La idea del palacio había partido del presi­dente de la región, Iluminizhov, que como fanático juga­dor de ese deporte invirtió decenas de millones de euros en materializar su fantasía, obtenidos tanto de las arcas del estado como de insólitas alianzas con Gaddafi o Sadam Husein. La zona está tan arruinada que los refugiados de la guerra de Chechenia que pasan por allí se van porque no encuentran agua potable; no pocos hallan ahí la muerte que no encontraron en el campo de batalla. Los pueblos nativos de esa estepa fueron nómadas que aún conservan parte de esa forma de vida. Cuando les echan de algún lu­gar, o se ven sin recursos, desmontan sus casas, de las que dejan sólo los cimientos, y se van con los ladrillos, venta­nas, cocinas y lavabos apilados en furgonetas y carros a otra parte. Pero el palacio del parchís está inmaculado y vacío desde que se construyó, hace ahora 10 años. Ni si­quiera nadie lo ha inaugurado, y mucho menos usado o habitado. Dentro sólo se oye el viento que fuera golpea. Los libros están en sus estantes, los ordenadores cargados de programas, los platos de las cocinas limpios y perfectamente superpuestos, la carne intacta en las salas frigorífi­cas, los tableros de colores en las vitrinas y las fichas y cubi­letes encubando teóricas partidas. También hay una radio que un obrero se dejó encendida.

Agustín Fernández Mallo, Nocilla Experience, Alfaguara, Madrid, 2008, pp. 15-16


jueves, 6 de marzo de 2008

GREGUERÍAS, Ramón Gómez de la Serna

La luna es la lavandera de la noche.
***
La luna es el ojo de cristal del cielo.
***
El día en que la luna se compre un automóvil, la noche será mucho más breve.
***
La luna y la arena se aman con frenesí.
***
La luna en la solapa de la noche es la condecoración circundante.



El poeta se alimenta con galletas de luna.
***
La luna de los rascacielos no es la misma luna de los horizontes.
***
Sólo el poeta tiene reloj de luna.
***
La luna es un banco de metáforas arruinado.


Hay un momento en el que el astrónomo debajo del gran telescopio
se convierte en microbio del telescopio de la luna, que se asoma a observarle.


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA