lunes, 8 de septiembre de 2008

LA PUREZA HABLA DE SÍ MISMA, Manuel Villena



LA PUREZA HABLA DE SÍ MISMA



Ocurre que el corsario acerca su pobreza

al ojo de la cerradura para ver.

Mucho antes de que la melancolía titubee,

un remolino de cerezas coronará la testa regia de la dama

que está al otro lado de la puerta,

y ya de nada servirá buscar el mapa del tesoro

entre los faldones del pantalón,

ahora que esa tempestad rubita nos hace zozobrar ante

los cabellos de la niñez.

Pues, en vano,

los pedazos de vidrio expandido en el suelo recuerdan

que alguien acercó a sus labios

un vaso de agua.