viernes, 17 de septiembre de 2010

LAS MUJERES QUE ESCRIBEN TAMBIÉN SON PELIGROSAS, Stefan Bollmann

SYLVIA PLATH


Al igual que Ingeborg Bachmann, Sylvia Plath fue objeto de verdadero culto; en los dos casos, una muerte espectacular —el suicidio de Plath a los treinta años, las heridas mortales de Bachmann en un incendio provocado después del consumo de alcohol y medicamentos— fue el origen de una transfiguración mítica de dos mujeres que se habían consumido al servicio de la escritura. En ambas oportunidades hubo indicios suficientes para pensar que detrás del drama poético de la escritora se había desarrollado también el drama psíquico de una emancipación fracasada. El comienzo de la existencia de las dos escritoras estuvo marcado por un acto de autoidealización: Sylvia Plath se complacía en el papel de radiante adolescente americana, ganadora de becas y premios, que rechaza a numerosos pretendientes y se casa finalmente con el poeta Ted Hughes, elegido por el destino para ella porque era su igual. Eso ocultaba una enorme presión de competitividad y una exigencia de perfección desmesurada. En algún momento falló su fuerza de resistencia, vencida por la depresión que se había ido apoderando de ella.
A los contemporáneos de Ingeborg Bachmann les sorprendía su intransigencia; su editor, en la editorial Piper decía que, para ella, la escritura era una lucha de poder «Se había metido en la cabeza que podía alcanzar todo lo que quería. Y, en efecto, obtuvo todo lo que quería.» Pero después de la ruptura de su relación con Max Frisch, que ella vive como una traición, comienza a abusar del consumo de alcohol y medicamentos e interpreta que su toxicomanía y sus crisis de desesperación son «expresión de una derrota ante la realidad» y la reacción ante una ofensa irreparable. Nadie se vuelve loco con la escritura, «sólo tan loco como aquellos que no escriben (...) pero enloquecen por la pérdida del honor, la puesta en peligro de su existencia». ¿No había escrito en su texto sobre Sylvia Plath titulado Tremendum y que se refiere a la experiencia religiosa de lo inquietante y lo siniestro: «La enfermedad es lo espantoso por antonomasia, es algo con desenlace mortal»?


STEFAN BOLLMANN, Las mujeres que escriben también son peligrosas, Maeva, Madrid, 2007, páginas 104-105.