viernes, 3 de junio de 2011

LA TRISTEZA DEL MAR CABE EN UN VASO DE AGUA, Luis García Montero


LA TRISTEZA DEL MAR CABE EN UN VASO DE AGUA

No hay pues mujer más sola,
más tristemente sola,
que la que quiere amar a un hombre triste.

                                   PIEDAD BONNETT
        
        
y hermosas muchachas solas que dan miedo
—pues uno no sabe bailar, y es triste—

                                  RUBÉN BONIFAZ NUÑO



Los hombres tristes,
que tienen en sus ojos un café de provincias,
que no saben mentir como quien dice,
que se esconden detrás de los periódicos,
que se quedan sentados en su silla
cuando la fiesta baila,
que gastan por zapatos una tarde de lluvia,
que saludan con miedo,
que de pronto una noche se deshacen,
que cantan perseguidos por la risa,
que abrazan, que importunan hasta quedarse solos,
que retornan después a su tristeza
igual que a su pañuelo y a su vaso de agua,
que ven cómo se alejan las novias y los barcos,
esos hombres manchados por las últimas horas
de la ocasión perdida,
se parecen a mí.

LUIS GARCÍA MONTERO, Un invierno propio, Visor, Madrid, 2011, páginas 58-59.

FOTOGRAFÍA: CHEMA MADOZ