jueves, 23 de agosto de 2012

DEL BULO, Max Aub


DEL BULO
        
   El bulo es el principal alimento de los hombres. Crece con inaudita rapidez. Basta una frase, y ya es todo: corre, envuelve, gira, domestica, crece, baraja, entrevera noticias y figuraciones, busca bases, da explicaciones, resuelve cualquier contradicción: panacea. Sus diversos padres: viejos, guardias, cartas, radio, externos, viajeros, huidos, campesinos de los alrededores, antesalas, esperas, colas. Intranquiliza a los más escépticos, exalta a los alicaídos, corre, vuela y se revuelve, desconocido. ¿De dónde nace? Del aire y siempre con un regustillo de verdad escondida. Cada bulo tiene su grano de anís, la cuestión es dar con él, en la interpretación está el gusto. Se le diseca y desdobla como una célula cualquiera, más paridor que coneja. Forma grupos, disuelve reuniones, yéndose cada cual a formar un nuevo centro, red nerviosa, rapidez de luz, toque de imaginación, vanguardia de deseos, fruto natural del sueño, pimienta del encierro, sarpullido de las noches, desazón de los enteros, escalofrío de tontos, plasmado sueño de débiles. Se desvanece con otro y de bulo en bulo pasa el tiempo, bulo de bulos. Hácese la noche, cae el sueño y la muerte: otro bulo.

MAX AUB, Manuscrito cuervo, Cuadernos del Vigía, Granada, 2012,
pp. 74-75.