domingo, 17 de febrero de 2013

BUEN DÍA, Xuan Bello


BUEN DÍA
 
   Paulino bajó las escaleras y se encontró, en el descansillo, a sus nuevos vecinos. Eran una de esas parejas recién casadas, que venían del supermercado cargados de bolsas y con las manos totalmente doloridas de sostener todas aquella ofertas que les habían dejado, seguramente, la tarjeta de crédito temblando. Paulino los observó con ojos amables mientras bajaba y les dio los buenos días.
   —¿Qué?—farfulló el hombre, que andaría por los veintipocos años, mientras intentaba inútilmente meter la llave en la cerradura.
   —¿ Qué?-repitió la mujer, mucho más clara y cantarina pero igual de borde y desconfiada.
   Paulino, sorprendido, repitió:
  —Buenos días. ¿Necesitan ayuda?— y como la nueva pareja siguió a lo suyo, rebuscando en los bolsillos unas llaves que no aparecían ni en pintura, añadió:
   —¿Necesitáis ayuda? Soy el vecino del tercero.
   Los vecinos del primer piso decidieron que era el momento de demostrar que eran capaces de articular verbos más allá del monosílabo y, casi al unísono, dispararon:
   —¿Y a mí qué?
   Paulino resopló, dijo que no pasaba nada y se despidió suavemente. Las escasas escaleras que lo separaban de la puerta del portal se le antojaron, sin embargo, infinitas. De cualquier modo, no estaba tan mal el mundo: hoy era día de paga, en el bar había partida de y, aunque solo se acordara él, hoy cumplía 79 años.  Cuando abrió la puerta del edificio que llovía. Tenía que volver a casa a por el paraguas. No se dio cuenta de importa, pensó. Hoy va a ser un buen día.

XUAN BELLO, La nieve y otros complementos circunstanciales, Xordica, Zaragoza, 2012, pp. 66-67.

Imagen: Peru Kortazar