domingo, 28 de julio de 2013

[MAIAKOVSKY ESTABA GUARDANADO...], Juan Bonilla


   [...] Maiakovski estaba guardando en una carpeta todos los afiches y hojillas volanderas que encontraba. Ah, temo que me tachen de provinciano, pero me pueden las ganas de regresar a Moscú y ponerme a declamar mis versos, esto de no saber francés es una tortura, decía. Elsa le servía de traductora, pero la cabezonería de Maiakovski a veces era insoportable. Necesitaba jabón de afeitar, había visto en un escaparate, en uno de sus paseos solitarios, uno en una cajita redonda de aluminio muy bonita, le pidió a Elsa que se lo comprara, se había encaprichado, nunca se encaprichaba con nada y tenía derecho, se había comprado un bastón, y ahora quería aquella cajita redonda y le daba corte entrar en la tienda sin gota de francés para pedirla, y Elsa fue a buscársela pero no encontró ningún jabón de afeitar en cajita redonda de aluminio, y Maiakovski montó en cólera, y le dijo, ya sé que quieres ridiculizarme, ya sé que quieres obligarme a ir y que se rían del bruto ruso que ni gota de francés y tiene que hacer de mimo para comprarse su capricho, sé que lo haces sólo por eso, pero iré, lo pediré por señas, haré el mimo, me pondré en ridículo, pero me compraré mi jabón de afeitar, y volvió al rato con la cajita de aluminio, triunfal, y Elsa no le dijo nada, y Maiakovski se sorprendió al ver que era crema, qué buenos estos franceses, crema para afeitarse, y se la puso por las mejillas, y se afeitó con dentífrico.

JUAN BONILLA, Prohibido entrar sin pantalones, Seix Barral, Barcelona, 2013, pp. 248-249.