sábado, 28 de febrero de 2015

[ESCRIBIR SIGNIFICA...], Jordi Doce


   Escribir significa conectar con cierta longitud de onda que emana de uno mismo. Hay que apartarse un poco del yo y orientar la antena en su dirección. Por eso el que escribe no es yo, sino quien le escucha, y por eso lo escrito no es el relato del yo, sino del otro, de ese que lo transcribe, que escribe al dictado en medio del tumulto cotidiano. Y, por si fuera poco, resulta que ese no siempre es el mismo, puede cambiar en cada audición. A veces incluso es un pequeño público que compite por un lugar de privilegio frente al estrado.


JORDI DOCE, La puerta del año, Publicaciones de la Antigua Imprenta Sur, Málaga, 2007, p. 12.
&
Jaromir Funke

viernes, 27 de febrero de 2015

[SÓLO SE PUEDE CONFIAR...], H. M. Enzensberger


   Sólo se puede confiar en muy contadas amistades, afirmó Z. Un enemigo íntimo, añadió, es más valioso que un compañero público. El señor de las gafas de sol, que por lo demás no se prodigaba en comentarios, recibió esta observación con un ostensible movimiento afirmativo de la cabeza.

H. M. ENZENSBERGER, Reflexiones del señor Z o migajas que dejaba caer, recogidas por sus oyentes, Anagrama, Barcelona, 2015, p. 24.
&
Marcel Marien

jueves, 26 de febrero de 2015

[ME MECE Y ARRULLA...], Manuel Villena

Me mece y arrulla
todo lo ya vivido.
Muerte, ¿qué temo?

Manuel Villena
&
Satvic

miércoles, 25 de febrero de 2015

[MUERTE, PUEDES VENIR...], Vergílio Ferreira

   Muerte, puedes venir. Está la puerta abierta, puedes venir. Déjame solamente solucionar unos problemas to­davía pendientes, pero entre los que no está el de existir. Realizado lo posible de lo que en retórica se llama el «sueño», su imposible, que también está ahí, ¿vale la pe­na que sea el de un paralítico? ¿El de un gagá? Muerte, no hagas cumplidos. Lo he agotado todo, puedes avan­zar. La energía de ser viviente, las relaciones viables con los que fueron otros para mí, las ideas aprovechables que llamaron al lugar en el que podían ser y se quedaron, et­cétera, etcétera, todo se ha cumplido. Llega un momen­to en el que lo invisible y repentino nos toca levemente en un hombro. Es cuando entre nosotros y la vida se in­terpone lo inesperado de la extrañeza, del hablar lenguas diferentes, de ver que la señal de paso de nosotros a nues­tra circunstancia no nos proporciona un tránsito fácil y normal. Cada edad trae consigo un todo en el que se in­tegra y con él avanza por la vida. Nuestra búsqueda y el estar bien con la gente de nuestra edad es la búsqueda de una patria común con un sistema integrado de relacio­nes. No es necesario que los demás nos avisen para que nos obsequiemos con el llegar hasta allí. Ya lo sabemos. Incluso en la mirada distante que hay en el respeto. Ya es el respeto que se tiene por el muerto, para alejar el mal augurio. Qué distancia tan enorme. En los intereses in­mediatos, en los libros, en las formas de arte, en las ide­as políticas, en el modo de ser, en la banalidad cotidiana. Ya nadie nos da guerra, como mucho nos ponen en ridí­culo, cuando no sabemos ocupar nuestro lugar. O cuan­do sí sabemos y somos comprensivos, apenas nos dan la buena educación. El aire que se respira, la ocupación de nuestro espacio para que nuestro tránsito se alterne con el de los demás, nuestro hábito maníaco de existir son beneficios a los que ya no tenemos ningún derecho. El ser que somos y el que acumulamos en él son nuestras reservas para irnos gastando. Pero la extrañeza con la que nos miran revierte en nosotros, en nuestra soledad, en lo impracticable de nosotros mismos. Imaginemos un hombre medieval devuelto a la vida. El viejo es eso, como amenaza o como inicio. La muerte no es un flage­lo, sino la ratificación de lo que ya fue decidido. La muerte apenas suscribe lo que ya somos como exceden­te. Sólo hay que dejarla firmar deprisa nuestro destino, que ella tiene más cosas por hacer. Muerte, puedes venir. No hagas cumplidos. Pero sé educada y no me marees demasiado.

VERGÍLIO FERREIRA, Pensar, Acantilado, Barcelona, 2006, pp. 38-39.
&
Wolfgang Stiller

martes, 24 de febrero de 2015

[NO CONDENES A TU DESEO..], Jordi Doce


   No condenes a tu deseo a pedir limosna.

JORDI DOCE, Perros en la playa, La Oficina, Madrid, 2011, p. 101.
&
Vera Rockline

lunes, 23 de febrero de 2015

[POCO A POCO...], Herme G. Donis

Poco a poco
me perderé en la nada
y seré olvido.

HERME G. DONIS, La mirada efímera, Levante Editori, Bari, 2004, p. 70.
&
Mark Rothko

domingo, 22 de febrero de 2015

TOYS 'R US, Manuel Villena

TOYS 'R US

   Ella, obediente, consintió que el vigilante mirara en el interior de su bolso.
   Un cilindro azul custodiaba la bombonera de Vuitton.
   Él la miró a los ojos. Ella, antes de desplazar los suyos hacia su entrepierna, le dijo:
   —Nunca salgo de casa sin mi Papá Pitufo.
   Abochornado, la dejó marchar.
  Un collar de etiquetas magnéticas ululaba desde algún recoveco de su contoneante anatomía.

   Manuel Villena

sábado, 21 de febrero de 2015

[UN DÍA...], Vicenzo Dalla Robbia

Un día
los muertos frenarán
el rodar de la tierra
frenéticos de tanta injusticia constante
y no la dejarán seguir adelante.
Y la noche se hará.

Vicenzo Dalla Robbia (1338-1381)

MAX AUB, Versiones y subversiones, Alberto Dallal, México, 2008, p. 22.
&
Iglenna Rousseva

viernes, 20 de febrero de 2015

[ESTE SUICIDIO...], Paul Claudel

    Este suicidio es una falta de saber vivir.

Paul Claudel
&
Anne Collier

jueves, 19 de febrero de 2015

[FRÍO INVIERNO...], Manuel Villena

Frío invierno.
Golpea el cristal la lluvia:
¡pide cobijo!
 
Manuel Villena
&
Jean Arp

miércoles, 18 de febrero de 2015

STEPS, Zbigniew Rybczyonski


 ZBIGNIEW RYBCZYNSKI, Steps, 1987.



martes, 17 de febrero de 2015

[CASONA EN RUINAS...], Manuel Villena

Casona en ruinas.
¡Hasta las telarañas
ya habrán huido...!

Manuel Villena
&

lunes, 16 de febrero de 2015

[LOS MORIBUNDOS...], Sergio del Molino

   Los moribundos que alargan su muerte como un invitado pegajoso que no se entera de que sobra en la casa bajan un escalafón en el rango de agonizantes.

SERGIO DEL MOLINO, Lo que a nadie le importa, Random House, Barcelona, 2014, p. 231.
&
Shomei Tomatsu

domingo, 15 de febrero de 2015

LOS TURISTAS, Gonçalo M. Tavares

LOS TURISTAS

   La agencia de viajes se equivocó y los turistas aterrizaron justo en medio de una guerra.
   Como hacía sol, y ya que se habían llevado las cremas bronceadoras y los trajes de baño, los turistas se sentaron en los balcones del hotel y se bañaron en aquella luz templada mientras sonaban los ruidos de bombas y disparos.
   Ya que llevaban mapas y un plano de la dudad, decidie­ron dar algún que otro paseo y visitar las ruinas de los edifi­cios, que compararon con las desfasadas indicaciones del guía turístico.
   Ya que llevaban cámaras fotográficas al cuello, decidieron sacar fotos de los cadáveres esparcidos por la calle.

GONÇALO M. TAVARES, El señor Brecht, Mondadori, Barcelona, 2007, p. 42.

sábado, 14 de febrero de 2015

[TIEMBLAN MIS MANOS...], Manuel Villena

Tiemblan mis manos
deseando amar.
Mirada esquiva...

Manuel Villena
&
Eli Lotar

viernes, 13 de febrero de 2015

CHÉJOV, 1889, Paco Aristi

CHÉJOV, 1889


   El escritor ruso Antón Pávlovich Chéjov nació en 1860, pero a la edad de veintinueve años, es decir, en 1889, supo que padecía tisis y, en consecuencia, que su vida sería corta. Era médico, y conocía hasta dónde podía llegar y hasta dónde no la medicina de su época. No se equivocó: murió quince años después. Propongo entender su obra literaria en torno a la luz de ese dato. Durante ese periodo escribió cerca de cuatro mil cartas; en el corto plazo de dos años, de 1889 a 1891, publicó quinientos ochenta y ocho relatos; escribió obras dramáticas, hizo una gira por Europa. emprendió un largo y penoso viaje por su cuenta y riesgo a la remota isla de Sajalin, la antigua colonia penitenciaria más grande de Rusia, para posteriormente escribir un estremecedor relato de su visita...
   Mi pregunta es: ¿no haría todo lo que hizo porque sabía que le quedaba muy poco tiempo? Por ejemplo, Máximo Gorki, con quien mantuvo una intensa relación epistolar, vivió sesenta y ocho años, pero sin saber cuánto tiempo viviría. Y eso es lo que me preocupa: ¿cómo repercute en el ser humano saber más o menos el plazo que se le ha otorgado de vida en este mundo? ¿Le ayuda a entender mejor su época o, por el contrario, le provoca una especie de urgencia obsesiva que le impide afianzar sus raíces sobre la existencia y empatizar con los problemas de sus contemporáneos?
   La depuración estilística de Chéjov es puro fruto de su talento; pero ¿el enfoque directo y sin adornos de su lenguaje no será consecuencia de que se sabía con poco tiempo? Los sufíes dicen: «Vive frente al hombre como si tuvieras toda la vida por delante, y frente a dios como si fuera tu último minuto», pero creo que quien se sabe en las vísperas de su muerte vive contrariamente a la opinión sufí: entregará frente al hombre lo que una vida entera puede dar, porque luego ya habrá tiempo —una eternidad— para estar con dios.
   El escritor alemán Hermann Hesse vivió ochenta y cinco años. Escribió una cantidad innumerable de cartas, y nos dejó este mandato: «Quien vive de lleno el tiempo que le ha tocado, difícilmente alcanza a entenderlo». Porque, quizá, sólo cuando ya ha pasado se puede hacer un resumen certero; pero entonces puede que sea tarde, y para que así no suceda, la única opción que nos queda es vivir como si ya nos hubiéramos ido. Esto, sin embargo, anula parte de la noción del tiempo: si hay que esperar al último día para entender el sentido de la vida, restar ese proceso de espera despierta un sentido nuevo, que nada tiene que ver con el paso lógico del tiempo. Quizá por eso siguen vivos, cien años después, los cuentos de Chéjov: porque entendió que la vida es sólo el soplo de un futuro desganado en el presente.


PAKO ARISTI, Tres cuadernos y un destino, Bassari, Vitoria, 2007, pp. 130-131.

jueves, 12 de febrero de 2015

[LA CARRETERA...], Sergio del Molino

   ...la carretera vieja llena de grietas y grava, como una diva del cine mudo que llevara mucho tiempo sin recibir muestras gratuitas de cremas y maquillaje.

SERGIO DEL MOLINO, Lo que a nadie le importa, Random House, Barcelona, 2014, p. 174.
&
Manuel Villena

miércoles, 11 de febrero de 2015

[SIN PARSIMONIA...], Manuel Villena

Sin parsimonia
se columpia el rocío
sobre la hierba.

Manuel Villena
&
Manuel Villena

martes, 10 de febrero de 2015

GREGORIO SAMSA, Fabio Morabito

GREGORIO SAMSA

   Cuando despierta transformado en un monstruoso insecto, Gregorio Samsa comprende que en el es­tado en el que se encuentra, con esas patitas que le han salido a los costados y se agitan sin parar, lle­gará tarde a la oficina. Es lo único que lo preocupa. No lo estremece el hecho de hallarse convertido en un bicho repugnante, sólo lo angustia no poder abandonar la cama para presentarse puntual en el trabajo. Es uno de los momentos geniales de la literatura. Kafka posterga la reacción de horror de Gregorio Samsa, la guarda para sacarla después, en el momento debido, y cuando descubre que no la necesita se convierte realmente en Kafka. En el hu­milde cuarto de Praga donde ambienta su historia, Kafka acaba de abrir para la literatura una puerta salvadora que podemos llamar la supresión del gri­to. Ha desmantelado una antigua fortaleza y ganado un espacio nuevo para la subjetividad de los perso­najes. Esa subjetividad, eximida del grito, se des­pliega ahora en ramificaciones que habían quedado inexploradas. Gregorio Samsa, el hombre que no grita, renuncia a todo vínculo con los otros, por­que el grito es el último lazo que nos une a nuestros semejantes. Por eso puede decirse que Samsa se vuelve un insecto: porque no grita; de haber gritado, es muy posible que la espantosa alucinación que lo asalta a primeras horas de la mañana se hubiera evaporado. En lugar de eso, Samsa prefiere razonar. Cada nuevo razonamiento solidifica su metamor­fosis hasta volverla real e irreversible. Se separa de los demás a base de razonamientos. Por eso, en un sentido, el tema profundo de esta fábula es la con­versión de alguien en escritor, la aceptación de la esclavitud que entrañan las palabras, la espantosa inmovilidad de quienes eligen convertir el grito en especulación, que es, en esencia, el sino del escri­tor, pues todo relato surge de suspender una excla­mación de horror o de maravilla, y ahí, en el claro momentáneamente abierto por la ausencia del grito o del llanto, deslizar unas palabras antes de que se extinga la expectación general.

FABIO MORABITO, El idioma materno, Sexto Piso, Madrid, 2014, pp. 41-42.
&

lunes, 9 de febrero de 2015

[LO PEOR DE NO RECORDAR...], Marta Sanz

Lo peor de
no recordar
ninguna cosa
es que
nunca reconoces a nadie.

Y andas
siempre
completamente solo.

Y no sabes
si la mano que se levanta
frente a ti
te va a hacer
una caricia
o a propinar
un golpe.

Y has adquirido
el gesto
de proteger la cabeza
con el hombro
y de echar el cuerpo
hacia atrás.

Podrías ser
un caballo muy tímido.

O una tortuga.


MARTA SANZ, Vintage, Bartleby, Madrid, 2013, pag. 93-94.
&
Francis Picabia

domingo, 8 de febrero de 2015

[LA VIDA: MEANDROS...], Manuel Villena


 

La vida: meandros
en los que se ahogarán
todas las huellas.

Manuel Villena

sábado, 7 de febrero de 2015

[SI NOMBRAR ES POSEER...], Sergio del Molino

   
   Si nombrar es poseer, negarse a nombrar es una forma de abandono.

SERGIO DEL MOLINO, Lo que a nadie le importa, Random House, Barcelona, 2014, p. 175.
&
Pow

viernes, 6 de febrero de 2015

[CERRAR LOS OJOS...], Manuel Villena

Cerrar los ojos
ante el sol del invierno.
Negar la muerte.

Manuel Villena
&
Jannis Kounellis

jueves, 5 de febrero de 2015

[LA PIEDRA Y LA ARENA...], Julia Otxoa


   La piedra y la arena, el instante y su sombra.

JULIA OTXOA, Jardín de arenaEdiciones La Palma, Madrid, 2014, p. 24.
&
Richard Biemann

miércoles, 4 de febrero de 2015

[LA AGONÍA...], Manuel Villena

La agonía trota
(rumiando el silencio)
lenta, sin bridas.

Manuel Villena
&
Ronald Rae

martes, 3 de febrero de 2015

LENTITUD, Fabio Morabito

LENTITUD

   Fernando y Alicia se conocen, se gustan y empiezan a salir. Ella vive sola, él con sus padres. Una tarde ella le pide que la acompañe a su casa porque debe cambiarse de ropa para ir a una cena. Lo invita a subir, pero él titubea y le dice que todavía no está listo para conocer su casa. Ella insiste, pero él repite que no está listo. A Alicia le gusta ese recato de él. «Te taparé los ojos», le dice. Suben al departamento, le cubre los ojos con un pañuelo, lo hace sentarse en el sofá de la sala y va a su cuarto a cambiarse. Cuando regresa, le ofrece un café. Platican, se dan un beso, toman otro café y él sigue con los ojos vendados. «¿Te gusta mi casa?», le pregunta Alicia, y Fernando contesta que se siente muy cómodo en ella. «Entonces vente a cenar mañana», le dice. El titubea, pero Alicia le asegura que volverá a cubrirle los ojos. En efecto, cuando llega al otro día, ella le pone la venda y le hace un tour por el departamento, poniendo unos objetos en su mano para que los conozca con el tacto, entre ellos una foto de sus padres, y golpea cada cosa para que Fernando escuche su sonido. Completa el recorrido acústico arrastrando sillas, rompiendo un vaso, abriendo los grifos de la cocina y corriendo el agua del retrete. Después lo lleva a su cuarto y ahí, en la cama, se le entrega sin pedirle que se quite la venda. En las siguientes semanas hacen el amor de la misma forma. El ahora se mueve en esa casa con soltura, ya casi no choca contra los muebles como los primeros días y, por fin, le anuncia que está listo. Llega sin la venda en los ojos y cuando ella le abre la puerta, se queda inmóvil mirando la sala y el comedor, que conoce tan bien. «¿Es como te lo imaginabas?», le pregunta ella temblando. «Nunca es como uno se lo imagina», responde él. «Tómate tu tiempo», le dice ella, y se encierra en su cuarto. El pasa revista a todo el departamento y acaricia cada objeto casi sin mirarlo, inquieto por la idea de que la verá desnuda, y se acerca poco a poco a su recámara donde ella aguarda nerviosa y ruega que le guste toda la casa, incluido su cuerpo.


FABIO MORABITO, El idioma materno, Sexto Piso, Madrid, 2014, pp. 33-34.
&
Dorota Buczkowska & Przemek Dzienis

lunes, 2 de febrero de 2015

[ESCRIBIR UN DIARIO...], Marta Sanz



   Escribir un diario es como ponerse una vela encendida al lado de la cara y mirarse al espejo buscando de mentira el rostro de la propia muerte. Como una niña a la que jugando le gusta tener miedo y deja abiertas las puertas del armario antes de meterse en la cama.


MARTA SANZ, Black, black, black, Anagrama, Barcelona, 2010, p. 131
&
Stefan Zsaitsits

domingo, 1 de febrero de 2015

ELOGIO DEL GÉNERO VERSÁTIL, Juan Yanes


ELOGIO DEL GÉNERO VERSÁTIL

   Los microrrelatos son máquinas de belleza instantáneas. Los microrrelatos son un incordio de criaturas. No creo que haya género literario que reciba tantos nombres. Es algo muy divertido, porque casi nadie los llama de la misma manera. Éste, que tengo aquí al lado, hace Cuentitos; aquel, Cuentos cortos; aquella, Textos breves; el de allá, Miniaturas; la de acullá, Cuentos súbitos; la de aquí mismo, Precipitados instantáneos; el de acá, Literatura comprimida; la de allí, Cuentos ultracortos; el de más allá, Breverías; la de este lado, Cuentículos; la del otro lado, Relatos vertiginosos. Algunos escriben Cuentos mínimos; otros, Microcuentos; la que puede, Microrrelatos; el que no, Ficción en frasco chico; los obsesos, Textículos; los menos, Short-stories. Unos, hacen Pulgas; otros, Levedades elementales; ésta, que te digo, Textos bonsái; ese, Pulgarcitos literarios; la otra, Parvos relatos; él, Cuentos breves; ella, Cuentos ligeros; bastantes, Minicuentos; las más, Minirrelatos; sólo algunos, Derrelictos minúsculos; los menos, Ficción ultrabreve; asaz, Microficción infraleve; casi ninguna, Hormigas; el de Pinto, Cuentos veloces; el de Valdemoro, Flash fiction; los afrancesados, nouvelles; casi todos, Micronarrativa; los exquisitos posmodernos, Microtextos; los principiantes, Cuentos brevísimos; las epígonas, Cuentos en miniatura; los de delante, Cuentos mínimos; los de atrás, Cuentos minúsculos; los de casa, Cuentos ultracortos; los foráneos, Ficción breve; la culta dama, Ficción brevísima; los entretenidos, Relatos superbreves; los flacos, Relatos hiperbreves; los enanos mentales, Cuentos pigmeo; los anoréxicos, Miniaturas narrativas; los cortitos, Short fiction; los del norte, Small stories; los de más al norte, Microtales; los estrechos, Cuentos minimalistas; los devotos de Baltazar Gracián, Breviarios de brevedades; los japoneses, Nanohistorias; los amerindio del río Marañón, Cuentos jíbaros; los húngaros Cuentos de un minuto; y los de Lanzarote, Cuentos chinijos.

&