martes, 10 de febrero de 2015

GREGORIO SAMSA, Fabio Morabito

GREGORIO SAMSA

   Cuando despierta transformado en un monstruoso insecto, Gregorio Samsa comprende que en el es­tado en el que se encuentra, con esas patitas que le han salido a los costados y se agitan sin parar, lle­gará tarde a la oficina. Es lo único que lo preocupa. No lo estremece el hecho de hallarse convertido en un bicho repugnante, sólo lo angustia no poder abandonar la cama para presentarse puntual en el trabajo. Es uno de los momentos geniales de la literatura. Kafka posterga la reacción de horror de Gregorio Samsa, la guarda para sacarla después, en el momento debido, y cuando descubre que no la necesita se convierte realmente en Kafka. En el hu­milde cuarto de Praga donde ambienta su historia, Kafka acaba de abrir para la literatura una puerta salvadora que podemos llamar la supresión del gri­to. Ha desmantelado una antigua fortaleza y ganado un espacio nuevo para la subjetividad de los perso­najes. Esa subjetividad, eximida del grito, se des­pliega ahora en ramificaciones que habían quedado inexploradas. Gregorio Samsa, el hombre que no grita, renuncia a todo vínculo con los otros, por­que el grito es el último lazo que nos une a nuestros semejantes. Por eso puede decirse que Samsa se vuelve un insecto: porque no grita; de haber gritado, es muy posible que la espantosa alucinación que lo asalta a primeras horas de la mañana se hubiera evaporado. En lugar de eso, Samsa prefiere razonar. Cada nuevo razonamiento solidifica su metamor­fosis hasta volverla real e irreversible. Se separa de los demás a base de razonamientos. Por eso, en un sentido, el tema profundo de esta fábula es la con­versión de alguien en escritor, la aceptación de la esclavitud que entrañan las palabras, la espantosa inmovilidad de quienes eligen convertir el grito en especulación, que es, en esencia, el sino del escri­tor, pues todo relato surge de suspender una excla­mación de horror o de maravilla, y ahí, en el claro momentáneamente abierto por la ausencia del grito o del llanto, deslizar unas palabras antes de que se extinga la expectación general.

FABIO MORABITO, El idioma materno, Sexto Piso, Madrid, 2014, pp. 41-42.
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