martes, 13 de octubre de 2015

LA CAJA, Eva Díaz Riobello


LA CAJA

   A la niña que vive en la mansión de la colina le cuesta conciliar el sueño. Apenas si cierra los ojos, escucha el eco de una delicada melodía que se cuela en su habitación, repitiendo sus notas una y otra vez, atormentando sus oídos hasta que ella se levanta sollozando, y enfundada en un frágil camisón blanco, recorre descalza los pasillos y sube a oscuras las esca­leras hasta llegar al desván. Allí, en un pequeño pedestal, se encuentra el espejo y la barra de ejerci­cios. Cuando llega, una delgada línea de luz ilumina la sala y va haciéndose más grande mientras la niña se estira frente al espejo y alza los brazos en un gesto de súplica. Entonces el desván se llena de luz, la música suena más fuerte y la pequeña gira y gira al compás, como una bailarina enloquecida, bajo la mirada implacable de unos gigantescos ojos azules que nunca se cansan de observarla.


&
Gjon Mili