lunes, 18 de febrero de 2008

ESTALLIDO, Manuel Villena

ESTALLIDO

A Enrique Ferrer y Carmen



Cuando ya era innegable
esa prematura sensación de otoño
que se acompasa al frío de las últimas noches de septiembre,
los patos, recién llegados,
se enseñorearon de la orilla izquierda de la ría,
trazando volutas y elipses inconclusas
hasta el momento en el que la luz, aún mortecina,
iba abriéndose a codazos un hueco
por entre las brumas que satinan el alba.

Bajo el agua,
pellizcada en la bajamar por el aleteo de sus patas,
cubierta de arena,
de igual manera que el limo enfanga,
confundiéndolos,
los recuerdos de todo lo vivido,
he ahí la piedra
que antaño aventó a la bandada,
he ahí la piedra
entonces salida de tu mano,
ahora tan lejos.





domingo, 17 de febrero de 2008

ONÍS ES ASESINO, Augusto Monterroso



ONÍS ES ASESINO


El poder de las moscas: ganan ba­tallas, impiden que nuestra alma obre, comen nuestro cuerpo.

BLAS PASCAL, Pensamientos

Nuestro idioma parece ser particular­mente propicio para los juegos de palabras. Todos nos hemos divertido con los de Villa­mediana (diamantes que fueron antes / de amantes de su mujer); con los más recata­dos, si bien más insulsos (di, Ana, ¿eres Dia­na?), de Gracián, quien, hay que reconocer­lo, escribió un tratado bastante divertido, la Agudeza y arte de ingenio, para justificar esa su irresistible manía; con los de Calderón de la Barca (apenas llega cuando llega a penas); etcétera. Es curioso que sea difícil recordar alguno de Cervantes. Muchos años después Arniches (imagínate, mencionarlo al lado de éstos) llega a la cumbre. Como es natural, nosotros heredamos de los españoles este vi­cio que, entre los escritores y poetas o meros intelectuales, se convierte en una verdadera plaga. Hay los que suponen que entre más juegos de palabras intercalen en una conver­sación (principalmente si ésta es seria) los tendrán por más ingeniosos, y no desperdi­cian oportunidad de mostrar sus dotes en este terreno. Es dificilísimo sacar a un ma­niático de éstos de su error. Personaje digno de La Bruyere, no hay quien no lo conozca. A dondequiera que vaya es recibido con au­téntico horror por el miedo que se tiene a sus agudezas, que sólo él celebra o que los demás le festejan de vez en cuando para ver si se calma. ¿Lo visualizas y te ríes? Pues tú tam­bién tendrías que releer un poco tu Horacio.
Son más raros los que llevan sus hallaz­gos a lo que escriben, aunque, por supuesto, mucho más soportables. Shakespeare aterra con sus juegos de palabras a los traductores (su merecido, por traidores), quienes no tie­nen más remedio que recurrir a las notas a pie de página para explicar que tal cosa sig­nifica también otra y que ahí estaba el chiste. Proust, tú sabes, los dosifica majestuosamen­te. En las traducciones de Proust las notas casi desaparecen: cuando habla de las preciosas ra­dicales no se necesita ser muy listo para darse cuenta de que está aludiendo a las preciosas ridículas de Moliere. Joyce lleva las cosas a ex­tremos demoniacos, por lo cual no se traduce Fianegan's Wake. Entre nosotros, recuerdo, han sido buenos para esto Rubén Darío:
Kants y Nietzsches y Schopenhauers
ebrios de cerveza y azur
iban, gracias al calembour,
a tomarse su chap en Auer's

y más cerca aún, Xavier Villaurrutia:

Y mi voz que madura
y mi bosque madura
y mi voz quemadura
y mi voz quema dura.

Pero lo anterior no tiene casi nada que ver con que Onís sea asesino, o con que amen a Panamá, o con que seamos seres sosos, Ada.
Ahora te lo explico. La otra noche me encontré al señor Onís, hijo del señor Onís, en una reunión de intelectuales. En cuanto me lo presentaron dije viéndolo fijamente a los ojos: ¡Onís es asesino! Cuando noté que, aterrado, estaba a punto de decirme que sí, de confesarme algo horrible, me apresuré a explicarle que se trataba de un simple palin­droma. Qué gusto sentí al notar que el alma le volvía al cuerpo. Recuerda que palindromas son esas palabras o frases que pueden leerse igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, según declara valientemente la Academia de la Lengua, aunque llamándolas palíndromos, como si no fuera mejor del otro modo. Los vimos en la escuela: ANILINA. DÁBALE ARROZ A LA ZORRA EL ABAD. ANITA LAVA LA TINA, etcétera.
Y es aquí donde los asesinos de salón que hacen juegos de palabras para acabar con las conversaciones se encontrarían con una verdadera dificultad. Pruébenlo. Hace ya varios años nos entregábamos a este ino­cente juego (lo más que requiere es un poco de silencio y mirar de cuando en cuando al techo con un papel y un lápiz en la mano) un grupo de ociosos del tipo de Juan José Arreola, Carlos Illescas, Ernesto Mejía Sán­chez, Enrique Alatorre, Rubén Bonifaz Nu­ño, algún otro y yo. Durante tardes enteras o noches a la mitad tomábamos nuestros pa­pelitos, trabajábamos silenciosos y allá cada vez nos comunicábamos con júbilo nuestros hallazgos.
Estas cuatro o cinco cuartillas quieren ser un homenaje y un reconocimiento al ta­lento (entre otros) para el palindroma de Car­los Illescas, positivo monstruo de este depor­te, quien de pronto levantaba la mano, pedía silencio y decía, como hablando de otra cosa: Aman a Panamá, o Amo la paloma, o sea AMAN A PANAMÁ o AMO LA PALOMA por cual­quier lado que los mires o quieras amarlos; mientras nosotros, yo por lo menos, nos de­batíamos repitiendo ROMA AMOR ROMA AMOR, para que él nos saliera al rato con algo tan hu­millante como esto: ADELA, DIONISO: NO TAL PLATÓN, O SI NO, ID A LEDA, lo que acababa de sumirnos en la desesperación y la im­potencia.
Posteriormente leímos los famosos que el gran mago Julio Cortázar trae en «Leja­na», de Bestiario:

Salta Lenin el atlas
Amigo, no gima
Átale, demoniaco Caín, o me delata
Anás usó tu auto, Susana.

Y recordábamos uno muy pobre o muy tímido de Joyce o que Joyce usó:

Madam, I'm Adam

y alguno que otro del idioma inglés (no muy bueno para esto, según entiendo):

A man, a plan, a canal: Panama.

Más tarde Bonifaz Nuño aportó la de­claración antisinestésica:

Odio la luz azul al oído

y Enrique Alatorre el existencialista:

¡Río, sé saeta! Sal, Sartre, el leer tras
las ateas es oir;

y Arreola
Etna da luz azul a Dante;

en tanto que Illescas, como diligente araña, sacaba sus hilitos de tejer y destejer:

Somos laicos, Adán; nada social somos;

o el admonitorio
Damas, oíd: a Dios amad;
o el acusatorio
Onís es asesino;

o el preventivo y definitivo y ahora en plan de suave melodía de égloga virgiliana:

Si no da amor alas, sal a Roma, Adonis.

Después venían otros suyos sumamen­te extraños, ya dentro de la embriaguez en que se pierden los sentidos (que es la buena) y África y Grecia se abrazan en misterioso contubernio, como

Acata, sale, salta, acude, saeta afromorfa;
ateas educa, Atlas, el as ataca.

O lo que él llamaba palindroma de palin­dromas:

Somos seres sosos, Ada; sosos seres somos;

en el que cada palabra es también palindro­ma; o el palindroma ad infinitum:

O sale el as o... el as sale... o sale el as... o;

o, por fin, el palindroma político, en el que alguien pregunta: «¿Qué es la OIT (Organi­zación Internacional del Trabajo)?», y se le responde:
Tío Sam más OlT

para rematar con algo que ya no le creía­mos porque somos naturalmente desmemo­riados y eso de Evemón se nos hacía sos­pechoso:
¿No me ve, o es ido Odiseo. Evemón?

y nos tenía que explicar que Evemón no era otro que Tésalo (ah, así sí), padre de Eurí­pilo (claro), como fácilmente se podía ver en Ilíada II, 736; V, 79; VII, 167; VIII, 265; y XI, 575.

Ahora yo tengo que confesar que jamás pude ni he podido posteriormente hacer o encontrar un solo palindroma que vaya más allá de los ya dados por la madre naturaleza: oro, ara, ama, eme, etcétera, excepto uno que me costó horas de esfuerzo pero tan escatoló­gico, para vergüenza mía, que me apresuro a ponerlo aquí: ¡Acá, caca! Sospecho que Me­jía Sánchez tampoco, pues finalmente, cuan­do empezamos, por incapacidad manifiesta, a buscar un nuevo género, o sea los falsos pa­lindromas (ejemplo: Don Odón, que suena pero no es), salió con uno falsísimo pero que a todos en un momento dado nos pareció au­téntico, pues en esos días se hablaba del Pre­mio Nobel para Alfonso Reyes:

Alfonso no ve el Nobel famoso,

que no se lee de atrás para adelante ni de broma; en tanto que Illescas, algo cansado de su facilidad, aceptaba con entusiasmo mi modesta proposición de estructurar una lar­ga frase en español que, leída de derecha a izquierda, dijera lo mismo, pero en inglés, o en el idioma que en ese momento le parecie­ra mejor, o más difícil.


AUGUSTO MONTERROSO, Movimiento perpetuo, Alfagura, Madrid, 1999 (1972), pp. 80-89.

miércoles, 30 de enero de 2008

HUMEDAD, Manuel Villena


HUMEDAD

   No funcionó picar la grieta, pintar todo el paño de la pared tras dejar secar convenientemente la escayola. Un nuevo fracaso. Del anterior, clavadas en la memoria, quedan las afiladas palabras de papá:
   —Esa ventana permanentemente abierta solo sirve para trasegar corrientes y para recordar que allá abajo está esperándonos el vacío. Para alejar ese olor tendríamos que arrancarnos la nariz.
   Desde la muerte de mamá, la tristeza, disfrazada de mancha de humedad, anida aquí.

MANUEL VILLENA
ILUSTRACIÓN: Tomás Sobrino Habans

lunes, 28 de enero de 2008

HAIKUS, Andrés Neuman


Hoja caída
sobre el cristal del coche.
Envejecer.


*****

Seco en la arena

caballito de mar

una pregunta



*****

Medusa leve,

qué despacio conversas

con mi rodilla.

*****

La vela blanca

quiere rozar la nube

vuelanavega.

*****

Aquí y allá

luz azul de mañana.

Son varios mares.



*****

ANDRÉS NEUMAN, Gotas negras. Gotas de sal., Berenice Córdoba, 2007.

jueves, 24 de enero de 2008

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO, Mercedes Castro

PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO



Todos los niños buenos van al Infierno,
por gilipollas.
La automutilación es el matarme
a mí misma,
por quererte,
por aguantarte.
Las poesías amables no dicen nada,
pero mienten mucho.


Y ésa es la mayor automutilación.

Solución final:
querer sin mentir.

¿Ir al infierno por amable?

Ser una niña mala,
quererte.
Y poemar de tal manera que,
posiblemente,
vaya al infierno de los Mediocres.



MERCEDES CASTRO, La niña en rebajas, Esquío, Ferrol, 2001, página 30.

sábado, 22 de diciembre de 2007

El imperio de las luces, 1948





EL IMPERIO DE LAS LUCES
Desde 1948 hasta su muerte, Magritte pintó no menos de una decena de cuadros que constituyen variaciones sobre un mismo tema, el último de los cuales quedó inacabado a su muerte. Todos llevan el título común de El imperio de las luces, y lo que en ellos se ve no es otra cosa que una casa o gru­po de edificaciones entre el follaje iluminados por la luz eléctrica que se advierte en las ventanas, así como por la que despiden uno o varios faroles en el exte­rior de las mismas. Lo insólito es que el cielo que cobija la escena es de un azul absolutamente diurno, surcado por las nubes blancas y algodonosas que pue­blan los cielos de Magritte. La incompatibilidad del cielo con la noche en la que destaca la luz eléctrica sólo se advierte tras un examen detenido por parte del espectador, tal es la coherencia de la escena. La serie es todo un manifiesto pintado del ideario artístico de Magritte que conce­bía la pintura como un medio para revelar ideas y fundar reali­dades cuya virtualidad no tiene posible confirmación en la expe­riencia de lo cotidiano.

René Magritte, Ediciones Polígrafa, Barcelona, 1994.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

CITA TRISTE DE CHARLOT, Rafael Alberti

CITA TRISTE DE CHARLOT

A Fernando Villalón



Mi corbata, mis guantes,
mis guantes, mi corbata.

La mariposa ignora la muerte de los sastres,
la derrota del mar por los escaparates.
Mi edad, señores, 900.000 años.
¡Oh!
Era yo un niño cuando los peces no nadaban,
cuando las ocas no decían misa
ni el caracol embestía al gato.
Juguemos al ratón y al gato, señorita.

Lo más triste, caballero, un reloj:
las 11, las 12, la 1, las 2.

A las tres en punto morirá un transeúnte.
Tú, luna, no te asustes;
tú, luna de los taxis retrasados,
luna de hollín de los bomberos.

La ciudad está ardiendo por el cielo,
un traje igual al mío se hastía por el campo.
Mi edad, de pronto, 25 años.

Es que nieva, que nieva
y mi cuerpo se vuelve choza de madera.
Yo te invito al descanso, viento.
Muy tarde es ya para cenar estrellas.

Pero podemos bailar, árbol perdido.
Un vals para los lobos,
para el sueño de la gallina sin las uñas del zona.

Se me ha extraviado el bastón.
Es muy triste pensarlo solo por el mundo.
¡Mi bastón!

Mi sombrero, mis puños
mis guantes, mis zapatos.

El hueso que más duele, amor mío, es el reloj:
las 11, las 12, la 1, las 2.

Las 3 en punto.
En la farmacia se evapora un cadáver desnudo.




RAFAEL ALBERTI, Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, 1929.






Si no eres Charlot,

¿qué haces tú aquí?




ERC