martes, 31 de enero de 2012

ARQUEOLOGÍA EMOCIONAL, Roger Wolfe



ARQUEOLOGÍA EMOCIONAL

Me dijo:
“Tienes que pararte
y excavar en tu pasado”.


ROGER WOLFE, Máquina de sueños, Gijón, Ateneo Obrero, 1991.

lunes, 30 de enero de 2012

TE AMO MÁS QUE A LA NATURALEZA, Yevgeni Yevtushenko



TE AMO MÁS QUE A LA NATURALEZA

Te amo más que a la naturaleza,
porque tú eres la naturaleza misma.
Te amo más que a la libertad,
porque sin ti la libertad es una cárcel.

Te amo con imprudencia
como un abismo y no como un pequeño barranco.
Te amo más que todo lo posible,
y también más que lo imposible.

Te amo eternamente, incansablemente,
aún cuando esté ebrio y  me ponga insolente.
Te amo más que a mí mismo
Te amo más de lo que tú te amas.

Te amo más que a Shakespeare,
más que a todos los libros que lo saben todo
incluso te amo más que a toda la música
porque tú eres la música y todos los libros a la vez.

Te amo más que a la gloria y a la fama,
aún la gloria de los tiempos que vendrán.
Te amo más que a mi Patria
porque mi Patria eres tú.

¿Te sientes infeliz? ¿Qué es lo que tanto te preocupa?
No molestes a Dios con tus rezos y peticiones.
Te amo más que a la felicidad.
Te amo más que al mismo amor.

YEVGENY YEVTUSHENKO, Manzanas robadas. Antología, Visor, Madrid, 2011, pp.17-18.

domingo, 29 de enero de 2012

PEDRA DA SERPE, César Antonio Molina



PEDRA DA SERPE

Mira si reconoces el rostro que has visto en tu sueño.


CÉSAR ANTONIO MOLINA, Las ruinas del mundo, La Voz de Galicia, A Coruña, 2004, p. 339.

sábado, 28 de enero de 2012

EL MAESTRO TRAICIONADO, Marco Denevi




EL MAESTRO TRAICIONADO

   Se celebraba la última cena.
    –¡Todos te aman, oh Maestro! –dijo uno de los discípulos.
    –Todos no –respondió gravemente el Maestro–. Conozco a alguien que me tiene envidia y que en la primera oportunidad que se le presente me venderá por treinta dineros.
    –Ya sé quién es –exclamó el discípulo–. También a mí me habló mal de ti.
    –Y a mí –añadió otro discípulo.
    –Y a mí, y a mí dijeron todos los demás. Todos, menos uno que permanecía silencioso.
    –Pero es el único –prosiguió el que había hablado primero–. Y para probártelo diremos a coro su nombre sin habernos puesto previamente, de acuerdo.
    Los discípulos, todos, menos aquel que se mantenía mudo, se miraron, contaron hasta tres y gritaron el nombre del traidor.
    Las murallas de la ciudad vacilaron con el estrépito, porque los discípulos eran muchos y cada uno había gritado un nombre distinto.
    Entonces el que no había hablado salió a la calle, y libre de remordimientos, consumó su traición.

MARCO DENEVI, Falsificaciones, Thule, Barcelona, 2006 (1966).


viernes, 27 de enero de 2012

SUEÑOS, Nicanor Parra

SUEÑOS


Sueño con una mesa y una silla              
Sueño que me doy vuelta en automóvil
Sueño que estoy filmando una película              
Sueño con una bomba de bencina
Sueño que soy un turista de lujo              
Sueño que estoy colgando de una cruz
Sueño que estoy comiendo pejerreyes              
Sueño que voy atravesando un puente
Sueño con un aviso luminoso              

Sueño con una dama de bigotes
Sueño que voy bajando una escalera              
Sueño que le doy cuerda a una vitrola
Sueño que se me rompen los anteojos              
Sueño que estoy haciendo un ataúd

Sueño con el sistema planetario              
Sueño con una hoja de afeitar
Sueño que estoy luchando con un perro              
Sueño que estoy matando una serpiente

Sueño con pajarillos voladores              
Sueño que voy arrastrando un cadáver
Sueño que me condenan a la horca              
Sueño con el diluvio universal
Sueño que soy una mata de cardo.              

Sueño también que se me cae el pelo.

NICANOR PARRA, Chistes parra desorientar a la poesía, Visor, Madrid, 2009, p. 77.

jueves, 26 de enero de 2012

NO SPEAK ENGLISH, Sandra Cisneros



NO SPEAK ENGLISH
         
   Mamacita es la mamá grande del hombre del otro lado de la calle, el del tercer piso de la parte delantera. Rachel dice que debería llamarse mamasota, pero a mí me parece cruel.
   El hombre ahorró todo su dinero para traerla. Ahorró sin parar porque ella estaba sola con el crío en aquel país. Él tenía dos empleos. Volvía tarde a casa y se iba pronto. Cada día.
   Entonces, un día llegaron Mamacita y el crío en un taxi amarillo. La puerta del taxi se abrió como el brazo de un camarero. Asomó un zapatito rosa, un pie suave como la oreja de un conejo, luego un tobillo gordo, un flamear de caderas, rosas fucsia y perfume verde. El hombre tuvo que tirar de ella mientras el taxista empujaba. Tirar, empujar. Tirar, empujar. ¡Pumba!
   De repente floreció. Gigante, enorme, daba gusto verla desde la pluma rosa salmón de su sombrero hasta los capullos de rosa de sus pies. Yo no podía dejar de mirar sus zapatitos.
   Subió escaleras arriba, arriba, con el crío envuelto en una manta azul, mientras el hombre cargaba las maletas, sus cajas de sombreros color lavanda y una docena de cajas de zapatos de satén de tacón alto. No volvimos a verla.
   Unos dicen que es porque está demasiado gorda, otros que es por los tres tramos de escalones, pero yo creo que no sale porque le da miedo hablar inglés, y tal vez sea eso, porque solo sabe ocho palabras. Sabe decir: He not here, cuando viene el casero; No speak English, cuando viene cualquier otro, y Holy smokes. Eso no sé dónde lo habrá aprendido, pero una vez se lo oí decir y me sorprendió.
   Mi padre cuenta que cuando él llegó a este país comió huevos con jamón durante tres meses. Para desayunar, para almorzar y para cenar. Huevos con jamón. Era lo único que sabía pedir. Ahora nunca come huevos con jamón.
   Sea por lo que fuere, porque es gorda, porque no puede subir los escalones o porque le da miedo hablar inglés, nunca baja. Se pasa el día sentada junto a la ventana, oye los programas de radio en castellano y canta todas esas canciones nostálgicas sobre su país con una voz que parece de gaviota.
   Hogar. Hogar. El hogar es una casa en una fotografía, una casa rosa, rosa corno las malvalocas bajo una luz intensa. El hombre pinta de rosa las paredes del piso, pero ya se sabe que no es lo mismo. Ella sigue suspirando por su casa rosa y luego creo que llora. Yo lloraría.
   A veces el hombre se enfada. Empieza a gritar y se le oye desde la otra punta de la calle.
   Ay, ella dice, está triste.
   Oh, dice él, otra vez no.
   ¿Cuándo, cuándo, cuándo?, pregunta ella.
   ¡Ay, caray! Estamos en casa. Esto es nuestro hogar. Aquí estoy y aquí me quedo. Habla inglés. Habla ingles. ¡Por Dios!
   ¡Ay! Mamacita, que no pertenece a este mundo, suelta de vez en cuando un grito histérico, agudo, como si el hubiera roto el único bullo que la mantenía viva, la única carretera que lleva a aquel país.
   Y luego, para romperle el corazón para siempre, el crío (que ya ha empezado hablar) se pone a cantar el anuncio de Pepsi que ha oído por la tele.
   No speak English, le dice ella al crío que canta en un idioma que suena como la hojalata. No speak English, No speak English y le suben burbujas a los ojos. No, no, no, como si no pudiera creer lo que está oyendo.


SANDRA CISNEROS, Una casa en Mango Street, Ediciones B, Barcelona, 1992, pp. 117-119.

miércoles, 25 de enero de 2012

LA MIRADA, Eduardo García

LA MIRADA

Hay un dolor más hondo.
Hay una más profunda mordedura.
Un peor desenlace de tinieblas.
Una bala que acecha tus latidos.
       
Más allá del vaivén de los deseos.
Más allá de palabras sin orillas.
Más allá de la súbita desgracia.
Más allá del insomnio y la caída.
       
Mírale, ya llegó: es el desprecio.
No puedes sostener esa mirada.
Observa cómo escoge a quien más quieres.
Contémplate en sus ojos de verdugo.


EDUARDO GARCÍA, Horizonte o frontera, Hiperión, Madrid, 2003, p. 32