miércoles, 30 de abril de 2014

EL TÍO DEL IMPERMEABLE NEGRO, Ramón Gómez de la Serna


EL TÍO DEL IMPERMEABLE NEGRO

   No acababa de comprender qué le pasaba a aquel hombre largo, largo, siempre con traje claro y con unos bigotes como dos cuernos en su rostro agudo y alargado. Era un hombre triste, equivocado en todas las cosas, y que no hacía falta en la vida, ninguna falta...
   No se alimentaba de la vida aquel hombre; no aceptaba su parte de aire, de luz, de vida, algo que no es el alimento, ni el agua, ni la medicina.
   Aquel hombre parecía el hombre metido en un ca­nuto.
   —Asómese más al balcón —le dije yo, por decirle algo, sin acabar de comprender en qué podía consistir su mal.
   El hombre largo, de bigotes como cuernos de cabra de los Pirineos, señalaba atrozmente las arrugas que tenía a ambos lados de su boca, desde las comisuras de la nariz, cuando hablaba de su enfermedad.
   Sólo el día que le vi por la calle, corriendo por ella, ba­jo un cielo despejado, con un impermeable negro, me di cuenta que era ese hombre de negocios que se pone el impermeable todos los días y se ahoga dentro de su impermeable, porque, además su impermeable es como de piel de foca, negro, abrumador, apagador de la vida, gran creador del reuma.


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, El doctor inverosímil, Destino, Barcelona, 1981, p. 75.

martes, 29 de abril de 2014

[SOBRE LA SINESTESIA], Juan Bonilla



   Se me ocurrió abrir la botella de vino, es decir, se me ocurrió desembotellar el sol de Andalucía, y aplicar la nariz a su boca: ahí estaba, recién llegado del inalcanzable pasado, el aroma de las calles de Jerez. Nunca me ha gustado el vino fino, me sienta mal, no le encuentro la alegría, me pega duro en las sienes cuando sorbo la segunda copa, me sube a la memoria la agónica sensación de la primera borrachera y las ganas de que alguien me cortara la cabeza para acabar de una vez con las ganas de morirme que me invadieron entre las risas de amigos más avezados en el consumo del caldo. Pero su aroma sí me gusta, su aroma es sinestésico, es decir, está cargado con la información biográfica suficiente como para que ya no sea un mero perfume agradable, sino un lugar poblado de voces que puedo oír, de imágenes que puedo ver, de objetos que puedo tocar. La sinestesia, que es una figura que aparece no sólo en los tratados literarios sino también en los prospectos de los medicamentos —una de mis lectu­ras favoritas— cuando no es un mal prescrito por un doctor que teme que te hayas vuelto loco y aparece cargada de bio­grafia, es una bendición que agranda el mundo, o nuestra manera de estar en el mundo, amplía el espacio que ocupas, lanza un garfio hacia el pasado, que lo arrastra limpio hasta el presente, dota a las cosas que la producen de una condi­ción milagrosa, como si hubieran tenido oculto un secreto que has conseguido desvelar. Así, un melocotón, de repente, no sólo te sabe a melocotón, sino que a través de su sabor consigues oír la voz de un abuelo muerto. El tacto de una piel te hace de inmediato oler un perfume del pasado que no sabías que llevabas descargado en la memoria. Cuántas veces, en el metro, en el tranvía, paseando por la calle, una vaharada de perfume de una desconocida me ha golpeado repentinamente hasta hacerme recobrar el sabor de una boca antigua. Ah, qué ganas de volver a la Alameda Vieja para ver el crepúsculo sobre la cúpula que Eiffel diseñó para González Byass, tener quince años, estar a punto de recibir el primer beso...

JUAN BONILLA, Una manada de ñus, Pre-Textos, Valencia, 2013, pp. 128-129.

lunes, 28 de abril de 2014

[LA TARDE DE AYER...], Berta Dávila

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La tarde de ayer fue la memoria de un pájaro
que devoró mi cuerpo en el erial.

Ahora que (por fin) me deshabitas
qué inútil el deseo.

Ya no son cuchillo tus palabras últimas,
son sal incrustada en el recovecos
de una herida extensa,

esa herida
que llevo sobre la piel,
para que tejas y destejas
mis cicatrices como redes sin captura.

Qué quedará de ti,
en este cuerpo vacío que te entregué un día
para que tú lo construyeses.


BERTA DÁVILA, Raíz da fenda, Xerais, Vigo, 2013, p. 71.
&
Kansuke Yamamoto

Traducción muy mejorable: FRC


domingo, 27 de abril de 2014

[QUIEN NO DESCUBRE...], Ángel Crespo





Quien no descubre el mundo todos los días, no lo ha visto nunca.

ÁNGEL CRESPO, La luz invisible, El Toro de Barro, Carboneras, 1981.
&
Anton Josef Trcka

sábado, 26 de abril de 2014

LA OBRA, Erika Martínez

LA OBRA

Un hombre horizontal
habita el falso techo de mi casa.
Cuando recorro el pasillo
repta sobre mí
como un soldado a tierra
y repite con acento extranjero
cada palabra que digo.
Atrincherado en la altura,
desgasta el yeso oscuro
con su runrún de termita.
Se acomoda, gana terreno,
consigue que sea yo
quien se esconde.

ERIKA MARTÍNEZ, El falso techo, Pre-Textos, Valencia, 2013.
&
Kansuke Yamamoto

viernes, 25 de abril de 2014

[CURSO DE ÉTICA...], Jorge Riechmann


Curso de ética. Primer semestre: lo bueno de lo malo. Segundo semestre: lo malo de lo bueno.

JORGE RIECHMANN, El siglo de la gran prueba, Baile del Sol, Tegueste, 2013, p. 160.
&
Ron Isaacs

jueves, 24 de abril de 2014

[SOMOS BOLAS...], Voltaire

Somos bolas que vamos rodando al azar y según nos golpee otra bola. Es la magna cadena de los acontecimientos.

VOLTAIRE, Aforismos. Extraídos de la correspondencia., Hermida Editores, Madrid, 2013, página 33.
&
Marta Rico