sábado, 30 de abril de 2016

[SOY UN PADRE DILIGENTE...], Francesco Piccolo

   Soy un padre diligente: llevo a mis hijos al colegio, me paro a hablar con las mamás de los niños y les digo lo guapos y simpáticos que son sus hijos. Pero mira por dónde resulta que una de las madres es guapa, alegre, un tanto seductora. Así que poco a poco me voy alejando de mi misión como padre sociable e interesado en las cuestiones del colegio, para centrar mi atención en esa mamá que empieza a gustarme, y por lo que intuyo, ella también parece que, quizá, quién sabe. Empiezo a hablar en voz más baja; y luego más cerca, entre otras cosas porque ella no oye bien lo que le digo, puesto que hablo en voz más baja; pero luego, cuando me muestro ingenioso, se ríe echando la cabeza hacia atrás. En los días sucesivos, cada mañana compruebo delante del espejo si voy bien vestido, si estoy en forma (es decir, si se me ve mucho la barriga); y me percato de que ella también lleva vestidos más bonitos y un rastro de maquillaje. La invito a tomar un café, luego intercambiamos un sms, y otro, alguna confidencia, algo atrevido. Y, más adelante, en un lugar lo suficientemente alejado del colegio, pero tampoco demasiado, la beso. Así, a pesar de que nuestros hijos van juntos al mismo colegio, nos convertimos en amantes.
   Follamos a primera hora de la mañana. Llevamos a los niños al colegio y salimos pitando de allí. Luego, como suele ocurrir entre dos que follan, nos encontramos hablando desnudos en una cama, y no es que tengamos mucho tiempo, porque en algún momento hay que ir a trabajar. Y, en resumen, ya desde la primera vez me doy cuenta (nos damos cuenta) de que no nos conocemos en absoluto, y el único tema en común es el colegio: la clase, los profesores, las notas, los deberes, los compañeros de curso de nuestros hijos. Y aunque al principio lo intentamos, no conseguimos evitar hablar de eso.
   Follar a primera hora de la mañana y luego ponerse a charlar de la maestra o incluso de la profesora de matemáticas no resulta lo más excitante del mundo; si después de haber gritado síii, síii, ella –pocos instantes después– me pregunta si creo que tienen que ir a repaso de inglés, y a qué piscina llevo a mi hijo para que haga natación.
   Una mañana me dice que no se acuerda de si le he dado el dinero para el regalo de Elisabetta, una niña que celebra su cumpleaños el próximo sábado; admito que se me ha olvidado. Sé que no tengo que hacer lo que estoy a punto de hacer, pero es una buena ocasión, no sé si podemos volver a vernos antes del sábado. Así que, mientras estamos desnudos, echados en la cama, me levanto y, tal como estoy, completamente desnudo, voy hacia mis pantalones y saco de mi cartera diez euros y se los doy. Ella los coge, pero no sabe qué hacer con ellos, porque también está desnuda, así que de momento los sujeta en la mano, luego cuando por fin se levanta los mete en el bolso, saca un papelito y, siempre completamente desnuda, tacha el nombre de mi hijo de la lista de los que tienen que dar el dinero para el regalo.
   Luego, ya no tuvimos necesidad de decirnos nada. No hemos vuelto a vernos nunca más.

FRANCESCO PICCOLO, Momentos de inadvertida infelicidad, Anagrama, Barcelona, 2016.
&
Ruhan Janse van Vuuren

viernes, 29 de abril de 2016

UNA MUJER ESPECIAL, Kike Parra

UNA MUJER ESPECIAL

   Venía cada verano a esta ciudad con mar. En busca de una mujer como ella. Hasta que la encontré. No nos hemos vuelco a separar desde nuestra primera noche. ¿Para qué? Fuimos capaces —y felices— de estar una semana sin salir de la habitación del hotel. Mis amistades dicen que es fantástica. Mis padres me felicitan por haber sentado la cabeza. Hemos descubierto que nuestros sueños son muy parecidos. Hasta tenernos idénticos gustos para viajar. Pero hay una cosa que no termino de entender. Desde hace quince días está metida en la bañera, con el agua hasta los hombros. Me dice que es necesario que me saque la licencia de buceo. Que necesita una última prueba de amor.

KIKE PARRA VEÏNAT, Siempre pasan cosas, Enkuadres, Valencia, 2015, p. 44.
&
Saul Steinberg

jueves, 28 de abril de 2016

[DES(A)NUDARSE...], Carmen Camacho

 
  Des(a)nudarse en el frio.

CARMEN CAMACHO, Minimás, Baile del Sol, Tenerife, 2008, p. 73.
&
Katsuji Fukuda

miércoles, 27 de abril de 2016

[MI PADRE ERA EXPLORADOR...], Jesús Aguado

Mi padre era explorador. Ninguna geografía, por remota que fuera, se le resistía. Ninguna excepto yo.

JESÚS AGUADO, Carta al padre, Vandalia, Sevilla, 2016, p. 28
&
Saicze

martes, 26 de abril de 2016

ESE PERRO, Miguel Munárriz

ESE PERRO

(Goya)

Hundido en las arenas de lo inexplicable,
que tienen el color de la nieve dorada por la incuria,
trepando a lo incógnito,
ese perro
ve alzarse frente a él dolor en llamas.

Estupor, desvarío, temor
hay en sus ojos,
soledad en su testa,
decisión en su esfuerzo,
lucidez en su angustia,
resignación en su miseria y pequeñez,
amor en su trazado.

Ese perro
ya ve.
Ve y comprende. Es su dueño.


Miguel Munárriz
&
Goya

lunes, 25 de abril de 2016

APASIONADA, José de la Colina

APASIONADA

   Tan intensas noches de total amor estaba pasando Madame D que hasta sus pezones estaban ojerosos.

JOSÉ DE LA COLINA, Portarrelatos, Ficticia, México, 2007, página 87.
&
Emilie Charmy

domingo, 24 de abril de 2016

[ENTRE EL HUECO Y LA SOMBRA...], Manuel Vilariño

Entre el hueco y la sombra,
alas de pájaro calcinadas
giran sobre mi cabeza.

En los círculos de la memoria,
hilos de soledad
y silencio suspendido.

Prisión inmóvil de galerías rotas.

Escucho a solas
las fallas interiores de la muerte.

Invisible presiento la demolición.

MANUEL VILARIÑO, Mitologías, MAC, A Coruña, 2013.
&
Manuel Vilariño