martes, 28 de octubre de 2008

INVENTOS, Schubiger & Hohler





Inventos

Cuando el primer hombre llegó a la Tierra, se la encontró vacía, y estuvo dando vueltas hasta que se cansó. Aquí falta algo, pensó, «una cosa con cua­tro patas para sentarse encima. Así inventó la silla. Se sentó, y se quedó mirando el horizonte. Wonderful. Maravilloso. Aunque no lo suficiente. Aquí falta algo», pensó, «una cosa con cuatro esquinas para estirar las piernas por debajo y sobre la que apoyar los codos. Así inventó la mesa. Estiró las pier­nas por debajo de la mesa, apoyó los codos encima y se quedó mirando el horizonte. Wonderful. Hasta que empezó a notar que el viento que se había levantado a lo lejos se acercaba poco a poco, trayendo negros nubarrones. Se puso a llover. No wonderful. «Aquí falta algo», pensó, «una cosa con otra cosa encima que me proteja del aire y del agua». Así inventó la casa. Metió en ella la silla y la mesa, se sentó, estiró las piernas, apoyó los codos y se quedó mirando la lluvia a través de la ventana. Wonderful. Entonces distinguió a otro hombre caminando bajo la lluvia. Se dirigía hacia su casa.
—Con permiso, ¿le importa si me pongo a cubierto? —dijo el otro hombre,
—Please —dijo el primero—. Por favor.
Y le enseñó todo lo que había inventado: la silla para sentarse, la mesa para las piernas y los codos, la casa con las cuatro paredes y el tejado encima para protegerse del aire y del agua, la puerta para entrar y la ventana para mirar hacia fuera.
Una vez que el otro hombre vio, probó y elogió todos los inventos, el primero le preguntó:
—¿Y qué ha hecho usted, querido vecino?
El otro se quedó callado. No se atrevió a decir que era él quien había inventado el viento y la lluvia.


SCHUBIGER, Jürg & HOHLER, Franz, Así empezó todo. 34 historias sobre el origen del mundo, Anaya, Madrid, 2007, pp. 24-25.