lunes, 26 de diciembre de 2022

[LA FLOR QUE EMPEZAMOS A OLER...], Emilio Gavilanes




La flor que empezamos a oler en la infancia acabamos de olerla con la nariz de nuestrsos hijos, cuando ya no estamos.

EMILIO GAVILANES, Bazar, La Discreta, Alpedrete. 2020, p. 110. 

&

Ugne Pouwell



sábado, 24 de diciembre de 2022

LA HERIDA, María Elena Higueruelo

 

LA HERIDA 

 

No importa cuánto duela: 

hay que esculcar en la herida 

para extirpar lo que la infecta. 

Y cada vez que se escarba 

la llaga queda más limpia, sí, 

pero también se hace más amplia. 

Pronto ha de llegar el día 

en que no quede ya borde 

que a ella y a mí nos distinga: 

 

toda yo seré carne abierta, 

sangre roja expuesta al mundo, 

y aún ha de quedar algo dentro, 

ni materia ni memoria, 

que contamine la úlcera. 

Descubriremos ahí mi infinitud, 

pues infinito es el polvo 

que de mí proviene 

y a mí regresa y en mí termina 

para enturbiar el humor negro 

que del alma brota: yo 

soy la herida y la infección; 

corte profundo, suciedad inmensa. 

No ha de convertirme en cicatriz el tiempo: 

si la grieta es condición de vida, 

solo la muerte puede cerrarla. 

 

MARÍA ELENA HIGUERUELO, Los días eternos, Rialp, Madrid, 2020, pp. 49-50. 

Gina Pane

lunes, 19 de septiembre de 2022

PLAYLIST EN KARAOKE DE BARRIO MIENTRAS ESTAMOS MUERTOS

 

 

PLAYLIST EN KARAOKE DE BARRIO MIENTRAS ESTAMOS MUERTOS

 

Ayer a las 19:30 José Ovejero comparecía en la Fundación Luis Seoane en compañía de Javier Pintor y Andrés Seoane.

Yo debiera haber ido, no tanto con el afán de escuchar como por el afán de ver si, por fin, José Ovejero calzaba Unas botas de 350 pavos.

Pero no fui.  

Fui con los amigotes al karaoke.

Hay gente que se reúne con los amigos de la infancia para jugar al pádel, al fútbol sala, para cenar...

Lo nuestro es ir al karaoke de Visi. Entendedme. Las cañas y las copas ahí son más baratas porque, todo el mundo lo sabe, ya solo los colgaos van al karaoke. No somos muchos, pero sí somos fieles, porque compartimos apuestas desde siempre. Sellamos quinielas. Empezamos con la de fútbol y ahora no nos falta a qué apostar. Desde siempre, es desde la adolescencia. Somos los del barrio. Una precisión: los del polígono y Juanjo y yo, que vivíamos en una calle próxima al polígono.

Caña va caña viene hablamos más de lo humano que de lo divino.

Manel siempre está dando el coñazo con cualquier cosa sobre lo listo que es su buldog francés. Un trauma lo de no haber tenido perro, porque en nuestra infancia nosotros no teníamos más perros que los palleiros que paseaban su orfandad famélica por entre las huertas y los solares baldíos pendientes de construcción.

A Carlos le jode un huevo que su hermano no se haya divorciado aún. Tampoco le ayuda sospechar que su Pili (aún la llama así) ande en tratos con el segurata del súper en el que trabaja de cajera… Por eso o por todo, lleva muy mal lo de la custodia compartida, aunque tampoco se mata mucho por compartir. Ayer mismo dejó a su hija en casa tiktokeando para venir a esta reunión ineludible.

Con lo buen padre que yo soy…. No como los míos, que me mandaron a vivir a casa de mi abuela. Yo siempre he estado ahí, ¡eh!...—dice.

Cuando Juanjo le recuerda que su padre tenía dos trabajos y él ninguno, se mosquea.

¿Y qué tiene eso que ver? —dice.

Pues que tu padre te sigue ganando por dos a cero.

Cuando Juanjo replica eso, Carlos se mosquea aún más.

Carlos lleva demasiado tiempo en el paro. Tres años es demasiado tiempo para cualquier tipo que, como nosotros, haya superado los cincuenta.

Miro hacia atrás y veo que, salvo los de Manel, nuestros padres fueron niños nacidos en la guerra. Embrutecidos por la escasez, la cartilla de racionamiento y el Auxilio Social, se convirtieron en padres con sabañones en orejas y manos, de copa de coñac y siesta, con la sutileza mínima para decirnos cuando nos habíamos caído: «Anda..., ven aquí que te levanto…».

Cuando Visi ve que el ambiente se caldea, nos anima a quitarle las telarañas al karaoke y nos lanzamos a cantar. Primero celebramos que Eva María se haya ido y, después nos indignamos preguntándole por qué te vas. Juanjo se pone intenso cantando libre como el sol cuando amanece y como el mar. Esa la canta muy bien. Y Lolo clava si te dijera, amor mío, que temo la madrugada… Y cuando Carlos canta si me das a elegir entre tú y ese cielo donde, libre, es el vuelo para ir a otros nidos, Ay, amor, me quedo contigo acaba llorando, porque sabe que canta por cantar.

Lo mío no es cantar. 

Por eso cuando me tocó cantar Algo de mí… se me quebró la voz.  

Y no por lo difícil que sea llegar a los agudos de la canción de Camilo Sesto, sino porque, esta vez, me dio como un cotocroc y, de repente, me vi solo ante Visi, que me miraba con la misma cara de asco que cuando le pedí para el karaoke una canción de Nike Cave: Do you love me? (Like I love you)

Visi no acabó la EGB. Vamos, que no sabe inglés, pero va sobrada de intuición.

Y no sé por qué creo que me pasó lo que a Carme en «Mientras estamos muertos»: que me encontré solo, hablando con unos cuantos nadies que me rodeaban como esos ectoplasmas que, en cuanto te acompañan, te alejan de las cosas, porque sí: algo de mí se está muriendo. 

Y cuando te alejas de las cosas, lo leí en un libro muy bueno cuyo título ahora no recuerdo, viene a ser como estar muerto.

Todo esto (lo difícil que es hablar sobre uno mismo) lo explica muy bien José Ovejero en su último libro de cuentos, un libro denso, perfectamente construido por un hombre melancólico que hubiera querido comprar unas botas de 350 pavos. Un hombre que, cualquier día que se lo proponga, podrá volver a visitar el escaparate de esa zapatería de Bolonia, pero que nunca podrá volver a aquel momento dubitativo del pasado.

Porque nos pasamos la vida reviviendo

Porque no nos es dado desvivir...

Francisco Rodríguez Coloma

 

 

domingo, 19 de junio de 2022

[LA NIEVE DEL POEMA...], Juan de Beatriz


La nieve del poema sólo prende, 

según dicen, si el verso 

—hachazo de paciencia en el vacío— 

araña el justo centro del delirio. 

 

Igual que una navaja toca en hueso 

después de abrirse paso entre la carne. 

 

JUAN DE BEATRIZ, Cantar qué, Pre-Textos, Valencia, 2020, p. 18. 

&

Abbas Kiarostami

sábado, 11 de junio de 2022

[YO DEBÍA TENER UNOS NUEVE AÑOS...], Jorge Volpi


   Yo debía tener unos nueve años, más o menos la edad de Britney, y, como ella, era tímida e insegura. De inmediato vino a mi memoria la cara mofletuda de Dorita, una niña de Guerrero que llegó a mitad del curso, simplona y regordeta, aquejada de labio leporino. Fui yo quien la apodó Feto y fui yo quien no dejó de molestarla, hoy diríamos bulearla, a lo largo de todo ese semestre. Feto esto, Feto aquello, no pasaba ni un segundo sin que la llamara Feto o no instara a los demás a reírse de ella con el mismo apelativo, Feto. Incluso le compuse una canción, de la que ahora ya solo me cimbra la tonadita, para carcajearme a sus expensas.

   Dorita no se enojaba ni lloraba, eso me daba más coraje, redoblé mis bromas de mal gusto, mis chistes y mis burlas, la pobre me suplicó que la dejara en paz, luego intentó pelearse conmigo hasta que le di un buen sopapo, por alguna razón nunca me acusó con la maestra. Le prometí dejar de molestarla si me entregaba su lunch diario, una caja de zucaritas y un plátano que yo tiraba, con un gesto de asco, al basurero. Cuando me cansé, obligué a Dorita a darme otras cosas, le arrebaté una Barbie aunque no me gustaran, también un horroroso reloj de plástico, unas tiritas doradas para el pelo, sus lápices de colores y su sacapuntas de Snoopy, sin que nada me impidiera seguirle diciendo Feto ni cantarle la ridicula canción cada vez que salíamos al patio.

   ¿Por qué me deleitaba torturarla? Porque los demás me celebraban, de repente yo era la mala y la ocurrente así fuera a costa de esa pobre niña de Guerrero. Ultrajarla me hacía sentir importante, ya no era la tonta, la débil, la indeseable, el mecanismo de todos los bulis, encontrar una víctima para dejar de ser víctima, hallar a alguien aún más deficiente para ocultar las propias deficiencias, señalar un chivo expiatorio para que el acoso no te achicharre el corazón. A la vuelta del verano, Dorita no regresó a la escuela, nunca volví a saber de ella. 

   Los adultos nunca fuimos niños. 

   Y, si lo fuimos, lo olvidamos. 

JORGE VOLPI, Partes de guerra, Alfaguara, Barcelona, 2022, pp. 149-150.

&

Thu Nguyen

 

viernes, 10 de junio de 2022

[VIVIR ES...], Juan de Beatriz





Vivir es irse hundiendo en lo invisible.


Amamos cuanto existe porque desaparece.


JUAN DE BEATRIZ, Cantar qué, Pre-Textos, Valencia, 2020, p. 20.

&

Colin Hunt

martes, 7 de junio de 2022

MI ABUELA Y HOLOFERNES, Abraham Guerrero Tenorio


MI ABUELA Y HOLOFERNES 

 

Cuando hablo de violencia, pienso 

en Judit y Holofernes, de Caravaggio: 

el tenebrismo al fondo, 

la luz entera nace del pecho de Judit, 

la vieja con la piel rugosa, tensa la sien, 

aguarda la cabeza de Holofernes, 

la cabeza que agarra la mano de Judit, 

la cabeza que grita. 

 

Aunque cuando hablo de violencia 

también pienso en mi abuela, 

su respingo desconfiado 

cuando una silla arrastra las uñas por el suelo, 

porque piensa en Alfonso, su marido 

que fue la silla y no el respingo. 

Mi abuela, que aún coge 

el rosario que descansa en su pecho 

por si algún Dios piadoso 

pudiera mitigar los golpes recibidos. 

 

Pero ni Caravaggio ni los rezos 

han sabido ofrecerle la rabia de Judit 

o una vieja de piel rugosa 

que aguarde la cabeza de Alfonso, su marido, 

la cabeza que ahora 

junto a ella respira 

por una mascarilla de oxígeno. 

 

ABRAHAM GUERRERO TENORIO, Toda la violencia, Rialp, Madrid, 2021, pp. 15-16.

&

Caravaggio

domingo, 5 de junio de 2022

MUJERES CANSADAS, Abraham Guerrero Tenorio

MUJERES CANSADAS 

 

Las vemos en las plazas, en el supermercado, 

en las aceras, en los hospitales. 

Arrastran en los ojos 

el zumo avinagrado de los años, 

el peso insoportable del silencio. 

Son mujeres cansadas 

de ser tan solo madres, de cremas antiarrugas, 

de anuncios de compresas, de maridos que roncan, 

de partidos de fútbol, de la pornografía, 

de fumar ciegamente, de tomar ansiolíticos, 

de pensar en secreto, de llorar en secreto, 

de temer a lo osc uro, de luces a deshoras, 

de que Amor signifique 

que les tapen la boca 

unas manos violentas. 

 

ABRAHAM GUERRERO TENORIO, Toda la violencia, Rialp, Madrid, 2021, p. 27.

&

Helga Paris

miércoles, 1 de junio de 2022

[EL AYUNO ES UNA DROGA PODEROSA Y BARATA...], Delphine de Vigan


   El ayuno es una droga poderosa y barata, a menudo se olvida mencionarlo. El estado de desnutrición anestesia el dolor, las emociones, los sentimientos, y funciona, en un primer momento, como una protección. La anorexia restrictiva es una adicción que hace creer en el control cuando en realidad conduce al cuerpo a su destrucción. 

DELPHINE DE VIGAN, Nada se opone a la noche, Anagrama, Barcelona, 2012. 

&

Alex Katz

domingo, 29 de mayo de 2022

[ESCRIBIR SOBRE LA FAMILIA...], Delphine de Vigan

 



Escribir sobre la familia es sin duda alguna el medio más seguro de enfadarse con ella.

DELPHINE DE VIGAN, Nada se opone a la noche, Anagrama, Barcelona, 2012.
&
Guy Johnson

jueves, 31 de marzo de 2022

[AMAR A OTRA PERSONA...], Christian Bobin

Amar a una persona es leerla. Saber leer todas las frases que anidan en el corazón del otro, y leyéndolas, liberarlo.

CHRISTIAN BOBIN, La lumière du monde, Gallimard, París, 2001, p. 55.
&
 Emma Parker

Traducción libre: FRC

LAS COSAS QUE NO HACEMOS, Andrés Neuman





 LAS COSAS QUE NO HACEMOS
        
   Me gusta que no hagamos las cosas que no hacemos. Me gustan nuestros planes al despertar, cuando el día se sube a la cama como un gato de luz, y que no realizamos porque nos levantamos tarde por haberlos imaginado tanto. Me gusta la cosquilla que insinúan en nuestros músculos los ejercicios que enumeramos sin practicar, los gimnasios a los que nunca vamos, los hábitos saludables que invocamos como si, deseándolos, su resplandor nos alcanzase. Me gustan las guías de viaje que hojeas con esa atención que tanto te admiro, y cuyos monumentos, calles y museos no llegamos a pisar, fascinados frente a un café con leche. Me gustan los restaurantes a los que no acudimos, las luces de sus velas, el sabor por venir de sus platos. Me gusta cómo queda nuestra casa cuando la describimos con reformas, sus sorprendentes muebles, su ausencia de paredes, sus colores atrevidos. Me gustan las lenguas que quisiéramos hablar y soñamos con aprender el año próximo, mientras nos sonreímos bajo la ducha. Escucho de tus labios esos dulces idiomas hipotéticos, sus palabras me llenan de razones. Me gustan todos los propósitos, declarados o secretos, que incumplimos juntos. Eso es lo que prefiero de compartir la vida. La maravilla abierta en otra parte. Las cosas que no hacemos.




ESTOY DEMASIADO CERCA, Wislawa Szymborska

 

ESTOY DEMASIADO CERCA 

 

Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo. 

No vuelo sobre él, de él no huyo

Entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca. 

No es mi voz el canto del pez en la red. 

Ni de mi dedo rueda el anillo. 

Estoy demasiado cerca. La gran casa arde 

Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca 

para que taña la campana en mi cabello. 

Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped 

que abriera las paredes a su paso. 

Ya jamás volveré a morir tan levemente, 

tan fuera del cuerpo, tan inconsciente, 

como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca, 

demasiado cerca. Oigo el silbido 

y veo la escama reluciente de esta palabra, 

petrificada en abrazo. Él duerme, 

en este momento, más al alcance de la cajera de un circo 

ambulante con un solo león, vista una vez en la vida, 

que de mí que estoy a su lado. 

Ahora, para ella crece en él el valle 

de hojas rojas cerrado por una montaña nevada 

en el aire azul. Estoy demasiado cerca, 

para caer del cielo. Mi grito 

sólo podría despertarle. Pobre, 

limitada a mi propia figura, 

mas he sido abedul, he sido lagarto, 

y salía de tiempos y damascos 

mudando los colores de mi piel. Y tenía 

el don de desaparecer de sus ojos asombrados, 

lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca, 

demasiado cerca para que él sueñe conmigo. 

Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida, 

Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias. 

En la punta de cada una de ellas, para su recuento, 

Se han sentado ángeles caídos.

Wislawa Szymborska 

&

Henri de Toulouse-Lautrec

miércoles, 30 de marzo de 2022

WE MIGHT BE DEAD BY TOMORROW, Soko

 
Soko, I Thought I Was An Alien, 2012.
 



 

PODRÍAMOS ESTAR MUERTOS 

 

Ahora, dame todo tu amor, 

porque hasta donde sabemos, 

mañana podríamos estar muertos. 

 

No puedo seguir desperdiciando mi amor, 

añadiendo cicatrices a mi corazón. 

Porque todo lo que escucho es

«todavía no estoy preparado». 

 

Y puedo asegurar 

que tú no has tenido que 

enfrentarte a tu madre 

perdiendo a su amante, 

sin decir adiós. 

Sin decir adiós, 

porque no tuvo tiempo. 

 

No quiero juzgar 

qué es lo que hay en tu corazón, 

pero si no estás preparado para el amor, 

¿cómo puedes estar preparado para la vida? 

¿Cómo puedes estar preparado para la vida? 

 

Así que, amémonos con plenitud, 

y amémonos a viva voz. 

Ahora, amémonos, 

porque más pronto que tarde, moriremos. 

Porque más pronto que tarde, moriremos. 

Porque más pronto que tarde, moriremos.

domingo, 27 de marzo de 2022

PREGUNTA, Ilya Kaminsky


PREGUNTA


¿Qué es una niña?

Un momento de calma entre dos bombardeos.

 

 

Ilya Kaminsky, República sorda, Valparaíso, Granada, 2021, p. 51.

&

Penny Siopis

 

miércoles, 23 de marzo de 2022

SI ACASO, Wislawa Szymborska

 


SI ACASO 

 

Podía ocurrir. 

Tenía que ocurrir. 

Ocurrió antes. Después. 

Más cerca. Más lejos. 

Ocurrió, no a ti. 

 

Te salvaste porque fuiste el primero. 

Te salvaste porque fuiste el último. 

Porque estabas solo. Porque la gente. 

Porque a la izquierda. Porque a la derecha. 

Porque llovía. Porque había sombra. 

Porque hacía sol. 

 

Por fortuna había allí un bosque. 

Por fortuna no había árboles. 

Por fortuna una vía, un gancho, una viga, un freno, 

un marco, una curva, un milímetro, un segundo. 

Por fortuna una cuchilla nadaba en el agua. 

 

Debido a, ya que, y en cambio, a pesar de. 

Qué hubiera ocurrido si la mano, el pie, 

a un paso, por un pelo, 

por casualidad, 

 

¡Ah, estás! Directamente de un momento todavía entreabierto. 

¿La red tenía un solo punto, y tú a través de ese punto?

No dejo de asombrarme, de quedarme sin habla.

Escucha 

cuán rápido me late tu corazón. 

 

WISLAWA SZYMBORSKA, Poesía no completa, FCE, México, 2002, pp. 193-194.

Chema Madoz

miércoles, 9 de marzo de 2022

GUERRA, Charles Simic



GUERRA
 

El dedo tembloroso de una mujer 

recorre la lista de víctimas 

la noche de la primera nevada. 

 

La casa está fría y la lista es larga. 

 

Todos nuestros nombres están incluidos. 

 

Charles Simic

&

Gabriel Tizón


sábado, 5 de marzo de 2022

[NO DEBERÍAN ARDER LAS CIUDADES...], Pedro Larrea

 


No deberían arder las ciudades 

sino los hornos de pan y las farolas, 

el combustible de los repartidores de gardenias 

y las baldosas naranjas del paseo con sol reciente. 

 

No deberían arder las ciudades 

porque una ciudad es una cebra fogosa, 

una ofrenda necesaria de sombra y luz 

para aplacar la mandíbula del león humano. 

 

No deberían arder las ciudades, 

ni la que tiene piscina de leche para baño de unicornios 

ni la poblada por escorpiones y tentáculos que los devorarían. 

No deberían arder ni la torre ni la madriguera. 

 

Deberían arder la muerte y su geometría. 

Debería moldearse un cuerpo nuevo que recordara por sí mismo 

cómo llegar al pantano en que se oculta la salamandra de la respiración. 

Deberían arder las corazas. Deberían arder los rectángulos. 

 

Pero no deberían arder las ciudades. 

 

Pedro Larrea, Manuscrito del hechicero, Valparaíso, Granada, 2016.

martes, 1 de marzo de 2022

VIVIMOS FELICES DURANTE LA GUERRA, Ilya Kaminsky


 

VIVIMOS FELICES DURANTE LA GUERRA 

 

Y cuando bombardearon las casas de otras personas, nosotros 

protestamos 

pero no lo suficiente, nos opusimos pero no 

lo suficiente. Yo estaba 

en mi cama, alrededor de mi cama América 

 

estaba cayendo: casa invisible por casa invisible por casa invisible— 

 

Saqué una silla afuera y observé el sol. 

Era el sexto mes 

de un reinado desastroso en la casa del dinero 

 

en la calle del dinero en la ciudad del dinero en el país del dinero, 

en nuestro gran país del dinero, nosotros (perdónennos) 

 

vivimos felices durante la guerra.

 

Ilya Kaminsky, República sorda, Valparaíso, Granada, 2021.

&

Nikolai Petrovich Bogdanov Belsky