lunes, 19 de mayo de 2025

ENCUENTRO CON DAVID ROAS

Un accidente por el que un lector desprevenido puede caer arrastrado al abismo de los prejuicios: que abra, por azar, Niños en su mitad, y lea la palabra «pupa» en la página 56. 
 
A los niños de Niños, nadie les dice cucú, tras tras, ni les canta con voz meliflua este dedito compró un huevo, éste lo frió y blablablá... A los niños de Niños nadie se atreve a llamarles cuchifritín mientras les pellizca los mofletes. ¡Que no se te ocurra pellizcarle el moflete a ningún niño de Niños!
Porque esa pupa de la página 56, no es de las de «sana, sana, culito [o colita] de rana». No.
 
David Roas ha ensamblado
o es una colección de relatos en la que se trate a los niños con paternalismo. Ni al nasciturus ni al padre que, en su regreso a la casa familiar, vuelve a ser el niño asustado con el que empatiza cualquier lector.
 

miércoles, 16 de abril de 2025

ENCUENTRO CON ANDRÉS NEUMAN: Hasta que empieza a brillar

ANDRÉS NEUMAN, Hasta que empieza a brillar, Alfaguara, Madrid, 2025.

En 2011, la Editorial Turner publicó el ensayo de Inmaculada de la Fuente, El exilio interior. La vida de María Moliner.  

En 2013, el Teatro de la Abadía, estrenó El diccionario, obra por la que Manuel Calzada Pérez, mereció el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2014.

En el 2016, se estrenó María Moliner, una ópera contemporánea de Antoni Parera, con libreto de Lucía Vilanova. 

Vicky Calavia publicó en 2017 el largometraje documental María Moliner. Tendiendo palabras 

Son estos ejemplos de que, aunque, es cierto que la muy relevante figura de Doña María Moliner no ha sido debidamente elevada al altar que le corresponde en el imaginario colectivo, sí ha suscitado, en los últimos años, el interés de significativos artistas y ensayistas.

La nueva novela de Andrés Neuman, Hasta que empieza a brillar (Alfaguara, Madrid, 2015), se añade a esta justa reivindicación de Doña María Moliner

Andrés Neuman consigue, con diversas estrategias narrativas, que el lector halle más focos de interés que el poderosísimo personaje principal de la mujer, a la que Gabriel García Márquez atribuyó en su famoso obituario La mujer que escribió un diccionario (El País, Madrid, 10 de febrero de 1981) «remendar calcetines»1

 La novela se sostiene sobre una viga maestra: La visita I [pp. 15-17], La visita II [pp. 77-80], La visita III [pp. 159-162], y La visita IV [pp. 259-261]. 

La visita constituye un relato marco o, mejor aún, un ácido diálogo teatral con felices y poéticas acotaciones.

Otoño de 1972. 

Vivienda familiar. Calle Moguer, Madrid.

Doña María Moliner recibe en su casa a su amigo de juventud, Dámaso Alonso, Sito. Una visita incómoda. 

Los ha dejado deliberadamente solos su hija Carmina, que ha salido a pasear con su dependiente padre. «Igual que algunos de tus colegas, cada día más ciego», le dirá a Dámaso cuando este pregunte por su marido, Fernando.

Dámaso ha venido para consolarla por no haber sido admitida como académica de la RAE. Doña María responde al anuncio del Presidente de la Real Academia de la Lengua con una de las herramientas del perdedor: la mordacidad.

Su posición, Dámaso lo sabe, es extremadamente débil: es consciente de lo que él representa en un país en el que un «ogro seboso y chivato» siempre vence. Y ambos lamentan que este no sea el país que podría haber llegado a ser. 

Para parapetarse en su defensa, Sito se refugia en la nostalgia y evoca una juventud común durante la Guerra Civil, por eso afloran los versos de Lorca: «El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero... El tiempo va sobre el sueño hundido hasta los cabellos...». La memoria no le falla. «Ojalá no me acordara tanto».

Doña María, en un amargo adiós, lo acompaña hasta el portal, donde se despedirá de él con «los brazos sobre el pecho para defenderse del frío». Un frío, teñido por el revoloteo de hojas amarillas, que atraviesa también el tuétano del lector.

 

Pivotan sobre esta viga las secuencias 1900-1930 [pp. 19-74], 1930-1950 [pp. 77-155], 1950-1972 [pp. 163-256], y 1972-1975 [pp. 265-277].

Para componer cada una de estas otras cuatro piezas, Andrés Neuman ha elegido un narrador en tercera persona, en apariencia omnisciente, que focaliza el relato desde la perspectiva de María Juana Moliner Ruiz

El relato de la futura mujer insigne, sucede cronológicamente, reflejando cada uno de los hitos de una familia culta, que procuró educar a hijas e hijos en el deseo de saber. Este afán llevará a María y a sus hermanos a perseverar en ese empeño, incluso, desde la adversidad, tras perder una posición económica, relativamente desahogada, por el abandono paterno.

El lector puede advertir en el texto de Neuman un muy notable trabajo de documentación, que sutilmente acompaña al relato, sin ahogarlo con referencias. 

A través de la peripecia vital de Doña María Moliner, podrá rememorar la importancia del Krausismo en la renovación pedagógica del país (Institución Libre de Enseñanza, la Residencia de Estudiantes, la Residencia de Señoritas, las Misiones Pedagógicas) y aproximarse a las figuras más importantes de la Segunda República, la inmediatamente posterior Guerra civil y el abismo de la dictadura. 

No obstante, Neuman acude a la inventio no sólo para reconstruir las vivencias acreditables históricamente, sino también para suponer, por ejemplo, la hermosa y guadianesca relación entre Doña María y Luis Buñuel, retratar una nueva afectividad en las figuras de Carmen Conde y Amanda Junquera o crear el magnífico personaje de Rosario Vílchez.

Hasta que empieza a brillar relata la terrible historia de ese periodo de nuestro país desde la perspectiva de una mujer insigne a la que le fue negado el reconocimiento en vida, porque que Dámaso Alonso no fuese capaz de propiciar que María Moliner se convirtiera en la primera mujer en la RAE, no sólo constituyó para él y, por supuesto, para Doña María Moliner, un fracaso personal, sino que resultó ser otro éxito de la Historia de la Infamia de España.

Y siendo Hasta que empieza a brillar un relato de una época, también es una magnífica radiografía de una mujer con un talento excepcional. Neuman demuestra una maestría narrativa deslumbrante en momentos clave de la novela. 

En la secuencia 1950-1972 el lector acompaña a Doña María en la tarea titánica de la creación de su diccionario. Las constantes reflexiones sobre el lenguaje reflejan de qué manera la lengua reproduce las estructuras del poder. Por ello, la deconstrucción de las definiciones del Diccionario de la Academia resulta ser un elíptico y heroico intento de desmontar el pensamiento de una sociedad dictatorial.   

También brilla la secuencia 1972-1975 en la que Neuman elige la forma del mensaje perfecta para mostrar el terriblemente doloroso balbuceo final. 

El narrador en tercera persona se mantiene en El cristal [281-292], aunque la focalización se traslade a los hijos y nietos de María Moliner. 

Un misterioso epílogo al servicio de la etimología: Cogitare, coitare, cuitar, cuidar

Un triste, pero muy bello final.  


Francisco Rodríguez Coloma

&

ECO & MJPF

 

1

María Moliner -para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y -a mi juicio- más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella consideraba su verdadero oficio: remendar calcetines. Uno de sus hijos, a quien le preguntaron hace poco cuántos hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una hembra y el diccionario». 

domingo, 9 de febrero de 2025

ENCUENTRO CON DIANA ARADAS

 

 

 

 

 

 

 

 

ENCUENTRO CON DIANA ARADAS

 

Emiliana leyó a Baudelaire, Pessoa, Keats, Orwell y Huxley. A Lope y a Bécquer.

Diana Aradas también leyó a Franz Kafka y, por qué no decirlo, a Philippe Claudel.

Nosotros hemos leído a Billy Collins y hemos confirmado, en la crudeza de los autorretratos de William Utermohlen, que la realidad es una construcción personal.

Emiliana una vez supo que no todos elegimos, como Emily Dickinson, la soledad y el confinamiento. 

Y no obstante, ya respiremos oxígeno puro en la orilla del océano, ya os conformemos con el leve hilillo de aire que lleva el olor del yodo a la habitación apestillada, para todos la vida es como una caja de cristal. 

A todos nos traiciona, decimos, la memoria. Y no. No hay traición. Es nuestra mente la que acomoda los recuerdos, la que los lima y engarza sobre un relato que deambula torpe, como un borracho sobre arenas movedizas. Y sí. ¡Cuántas veces nos faltan las piezas!

La casa, en la que a Emiliana le parece que no mañanea el día, sólo deja entrar la luz por la ventana que mira al mar. 

Nosotros, que todavía estamos de este lado de la gatera, sabemos del dolor del que dispensa, con delicadeza extrema, los cuidados. Sabemos de la precisión quirúrgica con la administramos nuestra simulación piadosa. Y, sí, también como Emiliana, odiamos los espejos. 

Somos hijasmadres. Somos madreshijas

Aún somos. 

 

Francisco Rodríguez Coloma

&

Ana Tomé

lunes, 23 de diciembre de 2024

ENCUENTRO CON LÚA MOSQUETERA




 






 

Tarde feliz con Lúa Mosquetera
Divertidísima.
Lúa, en su nuevo regreso a [el que siempre será] su instituto, demostró que la cultura es ese intangible tan sagrado que ha de gozar del respeto de los que saben reírse. 
Y sí. Es cierto. 
Lúa ha trasladado a ¡Yo vivo! experiencias vitales desgarradoras que ella ha sabido transmutar en fervor literario. 
Porque, esa breve narración, no cabe duda, contiene excelsas páginas sobre el duelo: relámpagos que iluminan la angustia del que ha sido abandonado por sus seres queridos a la intemperie de la noche oscura.
Pero no menos verdad es que su conversación amena, inteligente y escandalosamente delicada en el tratamiento de tan lacerante experiencia, convierte su saber en un regalo. 
Otro regalo suyo que no olvidaremos.
 
Francisco Rodríguez Coloma
 

miércoles, 1 de mayo de 2024

ENCONTRO CON ISMAEL RAMOS


ENCONTRO CON ISMAEL RAMOS 

A conversa con Ismael flúe sen pausas, ou, mellor dito, sen perdas de tempo. Contra o reloxo.

Queremos falar, desde o entusiasmo, sobre A parte fácil (Xerais, 2023)  / La parte fácil (las afueras, 2023), a súa primeira colección de relatos.

Entre as virtudes de A parte fácil, a inequívoca planificación do libro como un todo (personaxes que, sendo secundarios nunha historia, reclaman os focos na que lles corresponde protagonizar), un abano temático que evita as reiteracións, unha consideración do relato como un lenzo renacentista e a execución poemática do texto, que leva a Ismael a dispor cada unha das súas partes de modo milimétrico no conxunto.

Non hai en A parte fácil personaxes planos.  

As historias secundarias que, nunha primeira lectura, parecen obeceder a intención do autor de crear un Macguffin, resultan ser, no remate do conto, non un prescindible instrumento de distracción, senón a xema coa que, o Ismael Ramos orfebre, pecha o engarce da xoia, xa sexa unha cazola cun guiso de lebre ou un inesperado corte pelo.  

Esa querencia de Ismael Ramos polo detalle explica a complexidade das historias, que obrigan ao lector a reposicionarse cando contempla a escena no seu conxunto. En Unha trampa para coellos un inxenuo lector, na primeira parte do relato, asiste, incrédulo, ás diversas reaccións de tres fillos ante o falecemento da súa nai.  O que semellaba ser unha sátira sobre o desafecto e a ocultación da morte na sociedad contemporánea, remata sendo unha moi lúcida diagnose sobre os terribles efectos da emigración nas relacións parteno-filiais.

O cactus, o bote de melocotóns en almíbar ou a grabación da boda na que aparecemos levando as arras a nosa madriña, testemuñan unha evidencia: «el futuro es un tigre». 

A algúns xa lles ten mordido. 

A outros, aos que seguen a preguntar quen apañou a botella de tequila, axiña lles morderá.

E si, xa antes das 21 horas tiñamos admitido que Amy Hempel leva razón: parar de afundirse non significa non seguir baixo a auga.

 

Francisco Rodríguez Coloma [Texto]

&

Ana Tomé [Fotografías]

lunes, 1 de abril de 2024

[MI HERMANA NO PUEDE EVITAR...], Javier Fernández

47 

Mi hermana no puede evitar estremecerse ante la imagen de su madre frente a la tumba de Miguel. Cuenta cómo limpia la lápida con delicadeza, con fragilidad, con mucho mimo. Pasa suavemente el trapo húmedo, una y otra vez. Coloca muy despacio las flores, retrocede, mira, vuelve a colocarlas, retrocede, mira otra vez. Dice que no es una mujer limpiando una lápida, sino una madre bañando a su hijo. 

Javier Fernández, Canal, Hiperión, Madrid, 2016, p. 61. 

Emiel Hansen

miércoles, 27 de marzo de 2024

VIBRACIÓN, José Ovejero


 

JOSÉ OVEJERO, Vibración, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2024, 368 páginas.

   Vibración, con el relato de la desdicha de unos padres que buscan a su hija desaparecida, satisface al lector de novela policial; con las presencias fantasmagóricas y las grietas que vinculan el mundo de los vivos y los muertos, al lector de novela gótica. No obstante, no se conforma con vestir ninguna de esas dos etiquetas, puesto que este artefacto narrativo, con el que nos vuelve a sorprender José Ovejero, alcanza a ser un tratado de geografía humana de todos los habitantes de un espacio, herido en el pasado por todas las agresiones que los hombres han dedicado a esta tierra y, en el tiempo más próximo, una guerra civil (y su aún más terrible posguerra), una central eléctrica —con su consiguiente pantano— y el esqueleto de una central nuclear que nunca entró en servicio. Con todos estos elementos, un localizador de exteriores situaría el hipotético set de rodaje en Valdecaballeros.

   Dos son los Schumann que se dejan oír en esta historia. El Concierto para violonchelo, op.129 de Robert Schumann, que acompaña en su dolor a Sara, y la teoría de la Resonancia de Winfried Otto Schumann (1888-1974), imprescindible para comprender el porqué de los latidos de la tierra.

   De tantas muestras de la excelencia narrativa de José Ovejero, conviene destacar Cámara lenta (pp. 27-30), un prodigio de narración que ralentiza hasta el extremo el relato, Historia (151-168), que, sirviéndose del «fast forward» condensa, de manera magistral, la Historia mediante el encadenado de multitud de historias de todos los hombres y mujeres que nacieron en este pueblo que sigue venerando a San Miguel Arcángel o Guijarros (pp. 73-87) que comienza con una profética salmodia: «Los ricos solo conocen lo suave; los pobres, lo áspero». 

    Y si tras acabar de leer la obra, el vacío del final nos devolviera al principio, en el frontispicio, la cita de James Joyce: «él mismo es el espectro de su propio padre». 

  Somos los hijos quienes pagamos los pecados cometidos por nuestros padres. Este es nuestro eterno retorno.

 

Francisco Rodríguez Coloma [notas]

&

Alba Alonso [fotografías]