No funcionó picar la grieta, pintar todo el paño de la pared tras dejar secar convenientemente la escayola. Un nuevo fracaso. Del anterior, clavadas en la memoria, quedan las afiladas palabras de papá:
—Esa ventana permanentemente abierta solo sirve para trasegar corrientes y para recordar que allá abajo está esperándonos el vacío. Para alejar ese olor tendríamos que arrancarnos la nariz.
Desde la muerte de mamá, la tristeza, disfrazada de mancha de humedad, anida aquí.
MANUEL VILLENA
ILUSTRACIÓN: Tomás Sobrino Habans