Es una experiencia extraña ir al cementerio para visitar a quien se amaba. Comienza con un paseo apacible y despreocupado, casi de ensueño, hasta el instante en el que ya no es posible dar un paso adelante y en el que uno se encuentra ante una lápida como ante un obstáculo insalvable. Uno se prepara para encontrar a alguien y no hay nadie, no hay nada, como si la tierra plana se distrajese trazando una frontera. Me siento ante la tumba de mi padre como ante un muro, ante un callejón sin salida. Sólo he de poner en marcha mi corazón otra vez, como hacen los niños cuando tiran un balón por encima de una pared, por el placer un tanto ansioso, de ir a buscarlo a una propiedad desconocida. Ignoro sobre qué grava rebota mi corazón cuando lo lanzo más allá del cielo, pero yo sé que ese gesto no es en vano: al cabo de unos segundos vuelve a mí, lleno de alegría y tan fresco, como el corazón de un gorrión recién nacido.
CHRISTIAN BOBIN, Ressusciter, Gallimard, París, 2001, p. 16-17.
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FRC
Traducción discutible: FRC
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