El tiempo pasa. A los veinte años, bailamos en el centro del mundo. A los treinta, erramos dentro del círculo. A los cincuenta, caminamos sobre la circunferencia, evitando mirar tanto hacia fuera como hacia dentro. Después, (y sin que sea relevante), nos convertimos en seres invisibles, un privilegio de ancianos y de niños.
Christian Bobin
&
Chema Madoz
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