viernes, 24 de febrero de 2012

[FUE EN VENECIA...], César Casal

 
   Fue en Venecia. Nada menos que en el famoso Harry's Bar, en el que tanto bebieron Hemingway, Capote o Scott Fitzgerald. Apareció una condesa, buena clienta, y puso en un aprieto al chef, Giuseppe Cipriani. Le dijo que su médico le había prescrito carne cruda. Cipriani no se amilanó y le contestó, como buen profesional, que no había problema. Se marchó a la cocina y se le ocurrió cortar una loncha fina de buey y aderezarla con mayonesa, con un toque de mostaza y salsa perrins. La condesa cumplió su dieta y disfrutó tanto con el plato que le preguntó en seguida a Cipriani cómo se llamaba esa maravilla. Cipriani no sabía dónde meterse. Todo había sido fruto de la improvisación. Pero estuvo rápido y se acordó de que esos días había en Venecia una exposición del pintor Vittore Carpaccio, cuyas telas tienen una profusión de rojo y amarillo, y soltó que el plato se llamaba carpaccio. Y así es que ese pintor del quattrocento está hoy emplatado en todos los restaurantes que se precien.


CÉSAR CASAL, El "carpaccio" y la casualidad, La Voz de Galicia, 22 de febrero de 2012.

Ilustración: Vittore Carpaccio