miércoles, 16 de abril de 2025

ENCUENTRO CON ANDRÉS NEUMAN: Hasta que empieza a brillar

ANDRÉS NEUMAN, Hasta que empieza a brillar, Alfaguara, Madrid, 2025.

En 2011, la Editorial Turner publicó el ensayo de Inmaculada de la Fuente, El exilio interior. La vida de María Moliner.  

En 2013, el Teatro de la Abadía, estrenó El diccionario, obra por la que Manuel Calzada Pérez, mereció el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2014.

En el 2016, se estrenó María Moliner, una ópera contemporánea de Antoni Parera, con libreto de Lucía Vilanova. 

Vicky Calavia publicó en 2017 el largometraje documental María Moliner. Tendiendo palabras 

Son estos ejemplos de que, aunque, es cierto que la muy relevante figura de Doña María Moliner no ha sido debidamente elevada al altar que le corresponde en el imaginario colectivo, sí ha suscitado, en los últimos años, el interés de significativos artistas y ensayistas.

La nueva novela de Andrés Neuman, Hasta que empieza a brillar (Alfaguara, Madrid, 2015), se añade a esta justa reivindicación de Doña María Moliner

Andrés Neuman consigue, con diversas estrategias narrativas, que el lector halle más focos de interés que el poderosísimo personaje principal de la mujer, a la que Gabriel García Márquez atribuyó en su famoso obituario La mujer que escribió un diccionario (El País, Madrid, 10 de febrero de 1981) «remendar calcetines»1

 La novela se sostiene sobre una viga maestra: La visita I [pp. 15-17], La visita II [pp. 77-80], La visita III [pp. 159-162], y La visita IV [pp. 259-261]. 

La visita constituye un relato marco o, mejor aún, un ácido diálogo teatral con felices y poéticas acotaciones.

Otoño de 1972. 

Vivienda familiar. Calle Moguer, Madrid.

Doña María Moliner recibe en su casa a su amigo de juventud, Dámaso Alonso, Sito. Una visita incómoda. 

Los ha dejado deliberadamente solos su hija Carmina, que ha salido a pasear con su dependiente padre. «Igual que algunos de tus colegas, cada día más ciego», le dirá a Dámaso cuando este pregunte por su marido, Fernando.

Dámaso ha venido para consolarla por no haber sido admitida como académica de la RAE. Doña María responde al anuncio del Presidente de la Real Academia de la Lengua con una de las herramientas del perdedor: la mordacidad.

Su posición, Dámaso lo sabe, es extremadamente débil: es consciente de lo que él representa en un país en el que un «ogro seboso y chivato» siempre vence. Y ambos lamentan que este no sea el país que podría haber llegado a ser. 

Para parapetarse en su defensa, Sito se refugia en la nostalgia y evoca una juventud común durante la Guerra Civil, por eso afloran los versos de Lorca: «El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero... El tiempo va sobre el sueño hundido hasta los cabellos...». La memoria no le falla. «Ojalá no me acordara tanto».

Doña María, en un amargo adiós, lo acompaña hasta el portal, donde se despedirá de él con «los brazos sobre el pecho para defenderse del frío». Un frío, teñido por el revoloteo de hojas amarillas, que atraviesa también el tuétano del lector.

 

Pivotan sobre esta viga las secuencias 1900-1930 [pp. 19-74], 1930-1950 [pp. 77-155], 1950-1972 [pp. 163-256], y 1972-1975 [pp. 265-277].

Para componer cada una de estas otras cuatro piezas, Andrés Neuman ha elegido un narrador en tercera persona, en apariencia omnisciente, que focaliza el relato desde la perspectiva de María Juana Moliner Ruiz

El relato de la futura mujer insigne, sucede cronológicamente, reflejando cada uno de los hitos de una familia culta, que procuró educar a hijas e hijos en el deseo de saber. Este afán llevará a María y a sus hermanos a perseverar en ese empeño, incluso, desde la adversidad, tras perder una posición económica, relativamente desahogada, por el abandono paterno.

El lector puede advertir en el texto de Neuman un muy notable trabajo de documentación, que sutilmente acompaña al relato, sin ahogarlo con referencias. 

A través de la peripecia vital de Doña María Moliner, podrá rememorar la importancia del Krausismo en la renovación pedagógica del país (Institución Libre de Enseñanza, la Residencia de Estudiantes, la Residencia de Señoritas, las Misiones Pedagógicas) y aproximarse a las figuras más importantes de la Segunda República, la inmediatamente posterior Guerra civil y el abismo de la dictadura. 

No obstante, Neuman acude a la inventio no sólo para reconstruir las vivencias acreditables históricamente, sino también para suponer, por ejemplo, la hermosa y guadianesca relación entre Doña María y Luis Buñuel, retratar una nueva afectividad en las figuras de Carmen Conde y Amanda Junquera o crear el magnífico personaje de Rosario Vílchez.

Hasta que empieza a brillar relata la terrible historia de ese periodo de nuestro país desde la perspectiva de una mujer insigne a la que le fue negado el reconocimiento en vida, porque que Dámaso Alonso no fuese capaz de propiciar que María Moliner se convirtiera en la primera mujer en la RAE, no sólo constituyó para él y, por supuesto, para Doña María Moliner, un fracaso personal, sino que resultó ser otro éxito de la Historia de la Infamia de España.

Y siendo Hasta que empieza a brillar un relato de una época, también es una magnífica radiografía de una mujer con un talento excepcional. Neuman demuestra una maestría narrativa deslumbrante en momentos clave de la novela. 

En la secuencia 1950-1972 el lector acompaña a Doña María en la tarea titánica de la creación de su diccionario. Las constantes reflexiones sobre el lenguaje reflejan de qué manera la lengua reproduce las estructuras del poder. Por ello, la deconstrucción de las definiciones del Diccionario de la Academia resulta ser un elíptico y heroico intento de desmontar el pensamiento de una sociedad dictatorial.   

También brilla la secuencia 1972-1975 en la que Neuman elige la forma del mensaje perfecta para mostrar el terriblemente doloroso balbuceo final. 

El narrador en tercera persona se mantiene en El cristal [281-292], aunque la focalización se traslade a los hijos y nietos de María Moliner. 

Un misterioso epílogo al servicio de la etimología: Cogitare, coitare, cuitar, cuidar

Un triste, pero muy bello final.  


Francisco Rodríguez Coloma

&

ECO & MJPF

 

1

María Moliner -para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y -a mi juicio- más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella consideraba su verdadero oficio: remendar calcetines. Uno de sus hijos, a quien le preguntaron hace poco cuántos hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una hembra y el diccionario». 

domingo, 9 de febrero de 2025

ENCUENTRO CON DIANA ARADAS

 

 

 

 

 

 

 

 

ENCUENTRO CON DIANA ARADAS

 

Emiliana leyó a Baudelaire, Pessoa, Keats, Orwell y Huxley. A Lope y a Bécquer.

Diana Aradas también leyó a Franz Kafka y, por qué no decirlo, a Philippe Claudel.

Nosotros hemos leído a Billy Collins y hemos confirmado, en la crudeza de los autorretratos de William Utermohlen, que la realidad es una construcción personal.

Emiliana una vez supo que no todos elegimos, como Emily Dickinson, la soledad y el confinamiento. 

Y no obstante, ya respiremos oxígeno puro en la orilla del océano, ya os conformemos con el leve hilillo de aire que lleva el olor del yodo a la habitación apestillada, para todos la vida es como una caja de cristal. 

A todos nos traiciona, decimos, la memoria. Y no. No hay traición. Es nuestra mente la que acomoda los recuerdos, la que los lima y engarza sobre un relato que deambula torpe, como un borracho sobre arenas movedizas. Y sí. ¡Cuántas veces nos faltan las piezas!

La casa, en la que a Emiliana le parece que no mañanea el día, sólo deja entrar la luz por la ventana que mira al mar. 

Nosotros, que todavía estamos de este lado de la gatera, sabemos del dolor del que dispensa, con delicadeza extrema, los cuidados. Sabemos de la precisión quirúrgica con la administramos nuestra simulación piadosa. Y, sí, también como Emiliana, odiamos los espejos. 

Somos hijasmadres. Somos madreshijas

Aún somos. 

 

Francisco Rodríguez Coloma

&

Ana Tomé

lunes, 23 de diciembre de 2024

ENCUENTRO CON LÚA MOSQUETERA




 






 

Tarde feliz con Lúa Mosquetera
Divertidísima.
Lúa, en su nuevo regreso a [el que siempre será] su instituto, demostró que la cultura es ese intangible tan sagrado que ha de gozar del respeto de los que saben reírse. 
Y sí. Es cierto. 
Lúa ha trasladado a ¡Yo vivo! experiencias vitales desgarradoras que ella ha sabido transmutar en fervor literario. 
Porque, esa breve narración, no cabe duda, contiene excelsas páginas sobre el duelo: relámpagos que iluminan la angustia del que ha sido abandonado por sus seres queridos a la intemperie de la noche oscura.
Pero no menos verdad es que su conversación amena, inteligente y escandalosamente delicada en el tratamiento de tan lacerante experiencia, convierte su saber en un regalo. 
Otro regalo suyo que no olvidaremos.
 
Francisco Rodríguez Coloma
 

miércoles, 1 de mayo de 2024

ENCONTRO CON ISMAEL RAMOS


ENCONTRO CON ISMAEL RAMOS 

A conversa con Ismael flúe sen pausas, ou, mellor dito, sen perdas de tempo. Contra o reloxo.

Queremos falar, desde o entusiasmo, sobre A parte fácil (Xerais, 2023)  / La parte fácil (las afueras, 2023), a súa primeira colección de relatos.

Entre as virtudes de A parte fácil, a inequívoca planificación do libro como un todo (personaxes que, sendo secundarios nunha historia, reclaman os focos na que lles corresponde protagonizar), un abano temático que evita as reiteracións, unha consideración do relato como un lenzo renacentista e a execución poemática do texto, que leva a Ismael a dispor cada unha das súas partes de modo milimétrico no conxunto.

Non hai en A parte fácil personaxes planos.  

As historias secundarias que, nunha primeira lectura, parecen obeceder a intención do autor de crear un Macguffin, resultan ser, no remate do conto, non un prescindible instrumento de distracción, senón a xema coa que, o Ismael Ramos orfebre, pecha o engarce da xoia, xa sexa unha cazola cun guiso de lebre ou un inesperado corte pelo.  

Esa querencia de Ismael Ramos polo detalle explica a complexidade das historias, que obrigan ao lector a reposicionarse cando contempla a escena no seu conxunto. En Unha trampa para coellos un inxenuo lector, na primeira parte do relato, asiste, incrédulo, ás diversas reaccións de tres fillos ante o falecemento da súa nai.  O que semellaba ser unha sátira sobre o desafecto e a ocultación da morte na sociedad contemporánea, remata sendo unha moi lúcida diagnose sobre os terribles efectos da emigración nas relacións parteno-filiais.

O cactus, o bote de melocotóns en almíbar ou a grabación da boda na que aparecemos levando as arras a nosa madriña, testemuñan unha evidencia: «el futuro es un tigre». 

A algúns xa lles ten mordido. 

A outros, aos que seguen a preguntar quen apañou a botella de tequila, axiña lles morderá.

E si, xa antes das 21 horas tiñamos admitido que Amy Hempel leva razón: parar de afundirse non significa non seguir baixo a auga.

 

Francisco Rodríguez Coloma [Texto]

&

Ana Tomé [Fotografías]

lunes, 1 de abril de 2024

[MI HERMANA NO PUEDE EVITAR...], Javier Fernández

47 

Mi hermana no puede evitar estremecerse ante la imagen de su madre frente a la tumba de Miguel. Cuenta cómo limpia la lápida con delicadeza, con fragilidad, con mucho mimo. Pasa suavemente el trapo húmedo, una y otra vez. Coloca muy despacio las flores, retrocede, mira, vuelve a colocarlas, retrocede, mira otra vez. Dice que no es una mujer limpiando una lápida, sino una madre bañando a su hijo. 

Javier Fernández, Canal, Hiperión, Madrid, 2016, p. 61. 

Emiel Hansen

miércoles, 27 de marzo de 2024

VIBRACIÓN, José Ovejero


 

JOSÉ OVEJERO, Vibración, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2024, 368 páginas.

   Vibración, con el relato de la desdicha de unos padres que buscan a su hija desaparecida, satisface al lector de novela policial; con las presencias fantasmagóricas y las grietas que vinculan el mundo de los vivos y los muertos, al lector de novela gótica. No obstante, no se conforma con vestir ninguna de esas dos etiquetas, puesto que este artefacto narrativo, con el que nos vuelve a sorprender José Ovejero, alcanza a ser un tratado de geografía humana de todos los habitantes de un espacio, herido en el pasado por todas las agresiones que los hombres han dedicado a esta tierra y, en el tiempo más próximo, una guerra civil (y su aún más terrible posguerra), una central eléctrica —con su consiguiente pantano— y el esqueleto de una central nuclear que nunca entró en servicio. Con todos estos elementos, un localizador de exteriores situaría el hipotético set de rodaje en Valdecaballeros.

   Dos son los Schumann que se dejan oír en esta historia. El Concierto para violonchelo, op.129 de Robert Schumann, que acompaña en su dolor a Sara, y la teoría de la Resonancia de Winfried Otto Schumann (1888-1974), imprescindible para comprender el porqué de los latidos de la tierra.

   De tantas muestras de la excelencia narrativa de José Ovejero, conviene destacar Cámara lenta (pp. 27-30), un prodigio de narración que ralentiza hasta el extremo el relato, Historia (151-168), que, sirviéndose del «fast forward» condensa, de manera magistral, la Historia mediante el encadenado de multitud de historias de todos los hombres y mujeres que nacieron en este pueblo que sigue venerando a San Miguel Arcángel o Guijarros (pp. 73-87) que comienza con una profética salmodia: «Los ricos solo conocen lo suave; los pobres, lo áspero». 

    Y si tras acabar de leer la obra, el vacío del final nos devolviera al principio, en el frontispicio, la cita de James Joyce: «él mismo es el espectro de su propio padre». 

  Somos los hijos quienes pagamos los pecados cometidos por nuestros padres. Este es nuestro eterno retorno.

 

Francisco Rodríguez Coloma [notas]

&

Alba Alonso [fotografías]

jueves, 11 de enero de 2024

LA BELLEZA DEBE MORIR / A BELEZA DEBE MORRER, Mercedes Corbillón

Foto de grupo: Mercedes Corbillón 

 

Quisiera ser leucocito y navegar por tus venas 

como si fuera un barquito bogando en la mar serena, 

y naufragar en la playa de tu corazón de arena. 

Vainica Doble 

 

Exterior día. Plaza de Campo Santi Giovanni e Paolo. 

Dos mujeres del brazo. Caminan torpemente sobre el tapiz con el que la nieve oculta el enlosado de callejas y plazas de Venecia. 

¿Quién ayuda a quién? 

El bolso de la mujer más joven contiene una hermosa libreta con letras doradas en la que se puede leer: Todas las mañanas del mundo

Podría estar sonando el Tombeau pour Mr de Sainte Colombe de Marin Marais, pero no: son las Variaciones Goldberg de Bach en la versión de Trio d'Iroise.

Si, en una licencia de inverosimilitud, la cámara mostrase cualquiera de sus páginas, el espectador leería fragmentos de un manuscrito lleno frases exultantes, y a la vez dolientes, de una larga carta de amor. Todos sabemos que «todas las cartas de amor son ridículas», también que «sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor» son verdaderamente ridículas. 

Hace frío. Las chillidos de las gaviotas dan tono al quejido doliente de la mujer que lamenta la pérdida del júbilo de un amor mayúsculo.

Mercedes Corbillón consigue en esta su primera novela, La belleza debe morir [Espasa, Barcelona, 2023], una perfecta radiografía sentimental sobre la euforia del enamoramiento y el terrible vacío que sucede tras su evanescencia. Para ello, cede la voz a la protagonista, una mujer madura, fotógrafa de profesión, que, implícitamente, reprocha, mediante esa carta dirigida a su ex-amante su falta de compromiso, sin dejar de celebrar lo con él vivido.

Como en la obra de Bach, el tema se repite, ostinato, en cada una de sus variaciones. 

Y, aunque «el amor es imposible de contar», las variaciones se suceden, adoptando el formato de secuencias, dispuestas milimétricamente, en un orden que podría parecer intercambiable. Así conoceremos muchas historias, supuestamente secundarias, que componen la historia: el matrimonio derviche de ella, que deriva en divorcio; Leo, la hija que ha elegido vivir con su padre, emparejado con Julia, su nueva y admirable mujer; el matrimonio fallido del amante, que consume a una mujer a la que sólo le queda la libertad de elegir el suavizante con el que lavar las bragas de las sucesivas conquistas consentidas a su marido; el vacío de Alessandro ante la evidencia de que «la mujer de su vida» no es la mujer con la que podrá compartir su vida...; y, sobre todo, el viaje restaurativo de madre e hija: su trasvase mutuo de experiencias. 

Y sí, también las historias de Lord Byron, Goethe, George Sand y Alfred de Musset, Verónica Franco, Constance Fenimore Woolson o Proust: leucocitos que recorren los canales de las venas de Venecia.

A beleza debe morrer [Galaxia, Vigo, 2023] resulta ser un magnífico ejercicio de estilo, justificado por la psicología de la protagonista, cultísima lectora, que ve el mundo con los ojos de los que hemos sido envenenados por el arte. Leemos: «El estilo es importante, en los edificios, en la literatura, en la fotografía, en la vida, en la mirada. Más cuando todas las historias ya están contadas y todas las fotos están hechas».

Uno de los inequívocos méritos de Mercedes Corbillón es el mimo con que compone no sólo cada una de las secuencias, sino también cada uno de los párrafos. 

Decía Carlos Edmundo de Ory: «La poesía es un vómito de piedras preciosas». Corbillón lo tiene presente y así, como un experto orfebre engarza en su relato citas (perfectamente elegidas, inevitables para el sentido del relato), aforismos o greguerías: «La pasión es un animal carnívoro y de presente», «El amor sin esperanza es como un edificio en llamas».

«Nadie en su sano juicio da la espalda a la belleza». «Nadie en su sano juicio la mira de frente».

Aceptemos el riesgo de leer a Mercedes Corbillón.

Francisco Rodríguez Coloma [texto]

&

Ana Tomé: [fotos]