El odio desgasta a quien lo siente y raras veces consigue objetivos que persigue; en lugar de aniquilar al contrario, llega incluso a reafirmar su importancia. La indiferencia, sin embargo, no desgasta a quien la practica, sino que le da más fuerza todavía; y devasta total y absolutamente a quien es víctima de ella.
ROGER WOLFE, Hay una guerra, Huerga & Fierro, Madrid, 1997, páginas 139-140.
1 comments:
Que razón lleva R. Wolfe, el odio es un autodestructor muy potente.
Pero yo creo que la indiferencia es una cura provisional, una solución efímera.
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