lunes, 23 de marzo de 2009

LA CORUÑA, César Antonio Molina


LA CORUÑA

Construyeron tan altos edificios
que desde ningún punto
se ve ya el faro de mi infancia.
Hoy la luz se estrella
contra los grandes bloques de cemento
y no hay más verdad que la de esas
omnipotentes vallas que cubren las fachadas.
Perdí los cines, los cafés, los trasatlánticos
inmensos como rascacielos por encima de las aduanas.
Perdí mi eucaliptus, mis plátanos queridos.
¡Todos talados! ¡Talados! ¡Todos talados!
Su recta hilera que me protegía con su tacto
en la Puerta de Aires.
¡Oh! si al menos supiera lo que hicieron con sus ramas.
Diez o doce o apenas menos golpes de hacha
van aniquilando los lugares de mi memoria.
¿Dónde estoy?
Y ahora despierto y sólo siento el manto de la niebla,
y la luz que no llega
para iluminar mi espíritu perdido por sus calles.
Mientras, a lo lejos suena la draga como un yunque
arrancando un sanguinolento mordisco de amargura.






TORRE DE HERCULES

En la noche siega la hierba de oro.

Siluetas perdidas viven de su vida,
como yo,
y las estrellas fugaces
que van cual surco abierto
en la espuma del mar tras de los buques.
Se diría que su ojo, al que ilumina la esperanza,
también brilla eterno en la otra orilla.


CÉSAR ANTONIO MOLINA, El fin de Finisterre, Diputación de La Coruña, 1991, pp. 85-87.

FOTOGRAFÍA: XURXO LOBATO

2 comments:

Anónimo dijo...

Me ha encantado el blog:)

crisisocial dijo...

La Coruña,en relación con el primer poema, creo que ahora los centros comerciales se han convertido en su principal atractivo, que gracia.

Saludos

lu