LUCÍA
Lucía cerró el grifo de la ducha, cogió su toalla y se secó lentamente, masajeando al mismo tiempo las partes de su cuerpo más cansadas. Frente al fuego del salón, sobre la alfombra mullida que había comprado en Tánger, escogió su mejor ropa interior. Luego eligió el vestido que le regaló Pablo el último verano que pasaron en el apartamento de la costa. Se subió las medias, también oscuras, y se puso unos zapatos negros de tacón alto.
Ya en el tocador del vestidor, extendió cuidadosa el maquillaje para tapar defectos y oscurecer un poco la piel. Utilizó sombra de ojos y rímel para sus largas pestañas. Pintó sus labios con una barra de carmín rojo, rojo intenso. Mojó sus dos muñecas con unas cuantas gotas de perfume caro. Luego se abrochó con elegancia un fino collar de plata a juego con la pulsera y los pendientes. Lucía se permitió el lujo de no secarse el pelo. Un poco de gel fijador sobre su mojada y corta cabellera rubia fue más que suficiente.
Perfecta, espléndida, vestida con sus mejores galas, Lucía permaneció unos segundos frente al teléfono, triste, pero inconmovible, tampoco perturbable. Al poco tiempo apartó la vista del aparato, abrió la puerta del balcón, acercó una silla y se subió en ella. Luego puso un pie en la barandilla. Justo en el momento en el que saltaba al vacío el timbre del teléfono le arrancó un gemido de angustia.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
LUCÍA, Juan Cruz López
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4 comments:
Diálogo de Lucías
http://perezosos.blogspot.com/2009/11/lucia.html
No me esperaba el final.
Una vez que desautomatiza, dices ¡que faena! justo suena el teléfono cuando ya Lucía tomó una determinación y no puede contestar.
Me gusta.
Lu
Espero que si decides hacer un corto con esta historia contrates a un doble.
No es mala idea... sobre todo lo del doble
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