Más que escribir, transcribo un libro escrito
antes de que naciera, no hago más
que oír su texto anónimo y sin dueño
como oímos el mar desde las rocas.
Recibo el texto donde está la vida
igual que el niño atiende a su dictado
tratando de esmerar la ortografía
y conquistar la perfección del trazo.
Escucho enfrente al ave de la noche.
Les entrega su voz a las tinieblas.
Entona sin desmayo entre los chopos
la claridad del texto y su misterio.
ANTONIO MORENO, Nombres del árbol, Tusquets, Barcelona, 2010, página 91.
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