EL AGENTE Y EL GAMBERRO
Un Jefe de Policía que había visto cómo un Agente pegaba a un Gamberro estaba muy indignado, y le dijo que no lo hiciera más o sería expulsado del Cuerpo.
—No sea tan duro conmigo —dijo el Agente, sonriendo—, le estaba pegando con una porra de trapo.
—De todos modos —insistió el Jefe de Policía—, es una libertad que le ha debido resultar muy desagradable, aunque no haya causado ningún daño. Así pues, que no se repita.
—Pero—dijo el Agente, sonriendo todavía—era un Gamberro de trapo.
Tratando de expresar su alivio, el Jefe de Policía le tendió su mano derecha con tal violencia que se le desgarró la piel del sobaco y se le salió un chorro de serrín por la herida. Era un Jefe de Policía de trapo.
AMBROSE BIERCE, Fábulas fantásticas, Valdemar, Madrid, 1999, página 19.
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