Hastiado de rascar y rascar sobre el brazo, tomó el hombre una lupa y escudriñó en el punto rojo que se insinuaba en el sitio del escozor. Al acercar su ojo al cristal y el cristal a la epidermis vio, aterrado, el barco alejarse en el hilillo de sangre que corría por el antebrazo. Al intentar detallar más clavando su mirada, un disparo de cañón estalló contra la lente que, al saltar en mil pedazos, sacó de su órbita el ojo del intruso.
Octavio Javier Bejarano
GUILLERMO BUSTAMANTE ZAMUDIO & HAROLD KREMER, Antología del cuento corto colombiano, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, 2006 (1994), p. 23.
&
Óscar Sanmartín
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