El deseo no tiene pasado; es presente puro. Perdido el deseo, perdemos también la memoria del deseo y únicamente acertamos a recordar algo tan vago como la huella de un fantasma sobre la arena.
(La huella de un fantasma)
RAFAEL ARGULLOL, El cazador de instantes. Cuaderno de travesía (1990-1995), Acantilado, Barcelona, p. 72.
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Susana Simón
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