La vida ofrece a veces un único camino,
el que precisamente queríamos tomar.
Tú eres tal vez una superviviente
de quién sabe qué amores.
¿Acaso no te aúpas, victoriosa,
sobre un par de cadáveres al menos,
sobre la norma estricta y la aventura,
el orden y el desorden que lo niega,
piel encendida sobre piel quemada?
¿Ver caer a los otros
no nos vuelve inmortales?
Quédate ahí en la arena y mírame
sin dejar de sentirte poderosa.
Brilla tu cuerpo sobre las cenizas,
los restos de otros cuerpos destrozados,
el nácar del deseo vuelto añicos.
Y yo lo abrazo fuerte, sabedor
de que hoy es mío por sutiles artes,
de que me pertenece esta batalla.
En el triunfo que aquí representamos
—atendiendo a no sé qué ley oscura
que subraya el más íntimo temblor—
te entrego, anticipada, mi derrota.
LORENZO OLIVÁN, Nocturno casi, Tusquets, Barcelona, 2014, pp. 31-32.
&
Jacques Poirier
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