Cuando estoy en el coche y tengo un poco de tiempo, no voy con prisas, me gusta llevarle la contraria al navegador. Si la señorita dice: dentro de doscientos metros, gire a la izquierda, yo giro a la derecha. Si dice: siga recto, voy hacia otro lado. Quiero hacerla reaccionar, provocarla. Sin embargo, luego, cuando apremia con su voz un poco desesperada diciendo: dentro de cien metros, cambie de sentido: dentro de setenta metros, cambie de sentido; dentro de cincuenta metros, cambie de sentido, me arrepiento, lo lamento. Me quedo un poco mal, incluso después de haber cambiado de sentido.
FRANCESCO PICCOLO, Momentos de inadvertida infelicidad, Anagrama, Barcelona, 2016, pp. 127-128.
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