Me acuerdo de la primera vez que pedí un bitter solo porque me encantaba que tuviera un sabor tan rojo.
Me acuerdo del vestido de fresas azules de mi vecina. La hubiera matado para quitárselo y solo tenía diez años.
Me acuerdo de que enfrente de casa había una fábrica de lápidas y dos hermosos setters que tomaban el sol en la entrada, como dos leones de ciudad.
Me acuerdo de que siempre pensé que la hermana Mercedes era un hombre. Lo sigo pensando.
Me acuerdo de que jugaba a tener un caballo imaginario que venía a buscarme al colegio y me esperaba en el patio. No recuerdo cuándo dejó de hacerlo.
Me acuerdo de que pensaba que era mentira que el tiempo pasaba.
Me acuerdo de que un autobús atropelló a una niña que vivía en nuestra calle. La muerte la convirtió en una pequeña celebridad local.
Me acuerdo de cuántas cosas podías comprar con diez duros los sábados por la tarde.
Me acuerdo de la matrícula 59360 y de Linda, de Miguel Bosé.
Me acuerdo de que lloraba cuando me mandaban a la cama porque iba a empezar Mis terrores favoritos.
Me acuerdo de todos los libros peligrosos que leí sin que nadie se diera cuenta.
Me acuerdo del vestido de fresas azules de mi vecina. La hubiera matado para quitárselo y solo tenía diez años.
Me acuerdo de que enfrente de casa había una fábrica de lápidas y dos hermosos setters que tomaban el sol en la entrada, como dos leones de ciudad.
Me acuerdo de que siempre pensé que la hermana Mercedes era un hombre. Lo sigo pensando.
Me acuerdo de que jugaba a tener un caballo imaginario que venía a buscarme al colegio y me esperaba en el patio. No recuerdo cuándo dejó de hacerlo.
Me acuerdo de que pensaba que era mentira que el tiempo pasaba.
Me acuerdo de que un autobús atropelló a una niña que vivía en nuestra calle. La muerte la convirtió en una pequeña celebridad local.
Me acuerdo de cuántas cosas podías comprar con diez duros los sábados por la tarde.
Me acuerdo de la matrícula 59360 y de Linda, de Miguel Bosé.
Me acuerdo de que lloraba cuando me mandaban a la cama porque iba a empezar Mis terrores favoritos.
Me acuerdo de todos los libros peligrosos que leí sin que nadie se diera cuenta.
Patricia Esteban Erlés
&
Marangolo
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