miércoles, 1 de mayo de 2024

ENCONTRO CON ISMAEL RAMOS


ENCONTRO CON ISMAEL RAMOS 

A conversa con Ismael flúe sen pausas, ou, mellor dito, sen perdas de tempo. Contra o reloxo.

Queremos falar, desde o entusiasmo, sobre A parte fácil (Xerais, 2023)  / La parte fácil (las afueras, 2023), a súa primeira colección de relatos.

Entre as virtudes de A parte fácil, a inequívoca planificación do libro como un todo (personaxes que, sendo secundarios nunha historia, reclaman os focos na que lles corresponde protagonizar), un abano temático que evita as reiteracións, unha consideración do relato como un lenzo renacentista e a execución poemática do texto, que leva a Ismael a dispor cada unha das súas partes de modo milimétrico no conxunto.

Non hai en A parte fácil personaxes planos.  

As historias secundarias que, nunha primeira lectura, parecen obeceder a intención do autor de crear un Macguffin, resultan ser, no remate do conto, non un prescindible instrumento de distracción, senón a xema coa que, o Ismael Ramos orfebre, pecha o engarce da xoia, xa sexa unha cazola cun guiso de lebre ou un inesperado corte pelo.  

Esa querencia de Ismael Ramos polo detalle explica a complexidade das historias, que obrigan ao lector a reposicionarse cando contempla a escena no seu conxunto. En Unha trampa para coellos un inxenuo lector, na primeira parte do relato, asiste, incrédulo, ás diversas reaccións de tres fillos ante o falecemento da súa nai.  O que semellaba ser unha sátira sobre o desafecto e a ocultación da morte na sociedad contemporánea, remata sendo unha moi lúcida diagnose sobre os terribles efectos da emigración nas relacións parteno-filiais.

O cactus, o bote de melocotóns en almíbar ou a grabación da boda na que aparecemos levando as arras a nosa madriña, testemuñan unha evidencia: «el futuro es un tigre». 

A algúns xa lles ten mordido. 

A outros, aos que seguen a preguntar quen apañou a botella de tequila, axiña lles morderá.

E si, xa antes das 21 horas tiñamos admitido que Amy Hempel leva razón: parar de afundirse non significa non seguir baixo a auga.

 

Francisco Rodríguez Coloma [Texto]

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Ana Tomé [Fotografías]

lunes, 1 de abril de 2024

[MI HERMANA NO PUEDE EVITAR...], Javier Fernández

47 

Mi hermana no puede evitar estremecerse ante la imagen de su madre frente a la tumba de Miguel. Cuenta cómo limpia la lápida con delicadeza, con fragilidad, con mucho mimo. Pasa suavemente el trapo húmedo, una y otra vez. Coloca muy despacio las flores, retrocede, mira, vuelve a colocarlas, retrocede, mira otra vez. Dice que no es una mujer limpiando una lápida, sino una madre bañando a su hijo. 

Javier Fernández, Canal, Hiperión, Madrid, 2016, p. 61. 

Emiel Hansen

miércoles, 27 de marzo de 2024

VIBRACIÓN, José Ovejero


 

JOSÉ OVEJERO, Vibración, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2024, 368 páginas.

   Vibración, con el relato de la desdicha de unos padres que buscan a su hija desaparecida, satisface al lector de novela policial; con las presencias fantasmagóricas y las grietas que vinculan el mundo de los vivos y los muertos, al lector de novela gótica. No obstante, no se conforma con vestir ninguna de esas dos etiquetas, puesto que este artefacto narrativo, con el que nos vuelve a sorprender José Ovejero, alcanza a ser un tratado de geografía humana de todos los habitantes de un espacio, herido en el pasado por todas las agresiones que los hombres han dedicado a esta tierra y, en el tiempo más próximo, una guerra civil (y su aún más terrible posguerra), una central eléctrica —con su consiguiente pantano— y el esqueleto de una central nuclear que nunca entró en servicio. Con todos estos elementos, un localizador de exteriores situaría el hipotético set de rodaje en Valdecaballeros.

   Dos son los Schumann que se dejan oír en esta historia. El Concierto para violonchelo, op.129 de Robert Schumann, que acompaña en su dolor a Sara, y la teoría de la Resonancia de Winfried Otto Schumann (1888-1974), imprescindible para comprender el porqué de los latidos de la tierra.

   De tantas muestras de la excelencia narrativa de José Ovejero, conviene destacar Cámara lenta (pp. 27-30), un prodigio de narración que ralentiza hasta el extremo el relato, Historia (151-168), que, sirviéndose del «fast forward» condensa, de manera magistral, la Historia mediante el encadenado de multitud de historias de todos los hombres y mujeres que nacieron en este pueblo que sigue venerando a San Miguel Arcángel o Guijarros (pp. 73-87) que comienza con una profética salmodia: «Los ricos solo conocen lo suave; los pobres, lo áspero». 

    Y si tras acabar de leer la obra, el vacío del final nos devolviera al principio, en el frontispicio, la cita de James Joyce: «él mismo es el espectro de su propio padre». 

  Somos los hijos quienes pagamos los pecados cometidos por nuestros padres. Este es nuestro eterno retorno.

 

Francisco Rodríguez Coloma [notas]

&

Alba Alonso [fotografías]

jueves, 11 de enero de 2024

LA BELLEZA DEBE MORIR / A BELEZA DEBE MORRER, Mercedes Corbillón

Foto de grupo: Mercedes Corbillón 

 

Quisiera ser leucocito y navegar por tus venas 

como si fuera un barquito bogando en la mar serena, 

y naufragar en la playa de tu corazón de arena. 

Vainica Doble 

 

Exterior día. Plaza de Campo Santi Giovanni e Paolo. 

Dos mujeres del brazo. Caminan torpemente sobre el tapiz con el que la nieve oculta el enlosado de callejas y plazas de Venecia. 

¿Quién ayuda a quién? 

El bolso de la mujer más joven contiene una hermosa libreta con letras doradas en la que se puede leer: Todas las mañanas del mundo

Podría estar sonando el Tombeau pour Mr de Sainte Colombe de Marin Marais, pero no: son las Variaciones Goldberg de Bach en la versión de Trio d'Iroise.

Si, en una licencia de inverosimilitud, la cámara mostrase cualquiera de sus páginas, el espectador leería fragmentos de un manuscrito lleno frases exultantes, y a la vez dolientes, de una larga carta de amor. Todos sabemos que «todas las cartas de amor son ridículas», también que «sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor» son verdaderamente ridículas. 

Hace frío. Las chillidos de las gaviotas dan tono al quejido doliente de la mujer que lamenta la pérdida del júbilo de un amor mayúsculo.

Mercedes Corbillón consigue en esta su primera novela, La belleza debe morir [Espasa, Barcelona, 2023], una perfecta radiografía sentimental sobre la euforia del enamoramiento y el terrible vacío que sucede tras su evanescencia. Para ello, cede la voz a la protagonista, una mujer madura, fotógrafa de profesión, que, implícitamente, reprocha, mediante esa carta dirigida a su ex-amante su falta de compromiso, sin dejar de celebrar lo con él vivido.

Como en la obra de Bach, el tema se repite, ostinato, en cada una de sus variaciones. 

Y, aunque «el amor es imposible de contar», las variaciones se suceden, adoptando el formato de secuencias, dispuestas milimétricamente, en un orden que podría parecer intercambiable. Así conoceremos muchas historias, supuestamente secundarias, que componen la historia: el matrimonio derviche de ella, que deriva en divorcio; Leo, la hija que ha elegido vivir con su padre, emparejado con Julia, su nueva y admirable mujer; el matrimonio fallido del amante, que consume a una mujer a la que sólo le queda la libertad de elegir el suavizante con el que lavar las bragas de las sucesivas conquistas consentidas a su marido; el vacío de Alessandro ante la evidencia de que «la mujer de su vida» no es la mujer con la que podrá compartir su vida...; y, sobre todo, el viaje restaurativo de madre e hija: su trasvase mutuo de experiencias. 

Y sí, también las historias de Lord Byron, Goethe, George Sand y Alfred de Musset, Verónica Franco, Constance Fenimore Woolson o Proust: leucocitos que recorren los canales de las venas de Venecia.

A beleza debe morrer [Galaxia, Vigo, 2023] resulta ser un magnífico ejercicio de estilo, justificado por la psicología de la protagonista, cultísima lectora, que ve el mundo con los ojos de los que hemos sido envenenados por el arte. Leemos: «El estilo es importante, en los edificios, en la literatura, en la fotografía, en la vida, en la mirada. Más cuando todas las historias ya están contadas y todas las fotos están hechas».

Uno de los inequívocos méritos de Mercedes Corbillón es el mimo con que compone no sólo cada una de las secuencias, sino también cada uno de los párrafos. 

Decía Carlos Edmundo de Ory: «La poesía es un vómito de piedras preciosas». Corbillón lo tiene presente y así, como un experto orfebre engarza en su relato citas (perfectamente elegidas, inevitables para el sentido del relato), aforismos o greguerías: «La pasión es un animal carnívoro y de presente», «El amor sin esperanza es como un edificio en llamas».

«Nadie en su sano juicio da la espalda a la belleza». «Nadie en su sano juicio la mira de frente».

Aceptemos el riesgo de leer a Mercedes Corbillón.

Francisco Rodríguez Coloma [texto]

&

Ana Tomé: [fotos]

domingo, 31 de diciembre de 2023

EL TIEMPO DE LA SAL, María Teresa Pereiro

   Obviedades de narratología: cualquier relato contiene una historia que ha de ser contada mediante un discurso.
   María Teresa Pereiro se atreve a eligir una materia narrativa fácilmente reconocible por el lector de la novelística del siglo XIX y, también, por qué no decirlo, por el acomodado espectador de cualquier producto audiovisual de los llamados «de época» que, en muchos casos, se han apropiado de ciertos elementos propios del realismo decimonónico, como la descripción sociológica de los habitantes de un momento histórico, el análisis psicológico de unos personajes que reclaman la empatía del espectador que se reconoce, sin gran esfuerzo, en sus primitivas vivencias, y una trama, en algunos casos muy poco dignos, claramente predecible.
 
   Sarela, una bella hija de la sal del mar, desata el deseo de posesión en Ernest Doré, el heredero de Próspera, la industria conservera con la que su abuelo, un fomentador catalán, ha participado desde los años 20 del siglo XIX, en el proceso de «fundación» de lo que hoy conocemos como la ciudad de Vigo. 
  La intrahistoria de los marineros del Berbés y sus patrones burgueses se cruza en 1878 con la Historia de los prohombres de la ciudad mediante la figura del visitante ilustre: Julio Verne.
 
  Uno de los innegables méritos de María Teresa Pereiro es haber escrito, con estos ingredientes, una novela contemporánea sin acudir al pastiche
    Para ello, dispone de no pocas y hábiles estrategias. 
   Una de las más obvias la subraya el diseño editorial con una estructura dividida en dos partes: El tiempo (pp. 13-80) y La sal  (83-268).
   Pereiro lanza sobre el tapete las nueve secuencias que conforman El tiempo para obligar al lector a establecer los lazos pertinentes que unen cada una de las partes que constituyen los orígenes de las sagas familiares de Sabela y Ernest —que arrancan en 1824—, tarea no especialmente sencilla, puesto que la autora, sirviéndose con gran acierto de la elipsis, ha desdibujado los bordes de cada una de las piezas. Como si se tratase de una anomalía, cierra El tiempo una secuencia que implica un retroceso en el tiempo histórico: Lorenzo, capitán de La Trinidad, parte desde Cádiz el 19 de julio del año 1699 hacia Cartagena de Indias.
 
   En La sal, al lector le bastará con entretejer los hilvanes de las secuencias anteriores, para acoger en la historia la figura de Jules Verne, quien fondeó en 1878 en Vigo en su Saint Michel III. No obstante, aunque en esta segunda parte, el lector se beneficia de la concentración temporal —unos cuantos días de agosto, señalados por las fiestas del Santo Cristo—, ha de estar atento para reconocer, ahora, el encaje de las piezas a las que Pereiro ha devuelto sus contornos. En este momento toca comprender, por ejemplo, cuál es la importancia de la descripción de la batalla de Rande, el elogio público de la figura de Verne, la tensión entre los fomentadores de origen catalán y algunos burgueses—representados en Sanjujo Badía— que cuestionan que se deba denominar progreso a la rapiña, o el abismo ensimismado de Cosme.
 
   María Teresa Pereiro consigue desvelar este todo gracias a las recurrencias que vinculan con gran eficacia cada una de las partes. Aunque no ha titulado las secuencias, sí están precedidas de refranes o fragmentos de canciones populares que, muy bien elegidos, dirigen al lector hacia la interpretación correcta. 
 
   Y puestos a valorar, corresponde dejar para el final el magnífico uso de la voz narrativa que resulta desvelado, de modo también sutil, en la lectura conjunta del poético texto que antecede a El tiempo (p. 11) y el Epílogo (p. 269) que cierra la novela.
    Para disfrutar de esa excelencia, el verdadero medallón de oro y amatistas, hemos de leer esta opera prima que ha merecido el premio Tiflos. Un detalle tal vez no irrelevante: entre los miembros del jurado, Pilar Adón, Premio Nacional de Narrativa 2023, y Luis Mateo Díez, Premio Cervantes 2023.    
 
Francisco Rodríguez Coloma
     
Fotografías: Ana Tomé

miércoles, 22 de noviembre de 2023

ENCONTRO CON BRAIS LAMELA


Cando o lector de Ninguén queda remata o preámbulo da obra, xa queda advertido da singularidade da peza. Esta é a ladaína: Barcela, A Barqueira, Colomba, Lorizo, Pena de Nogueira. Os nomes das aldeas asolagadas: os abelorios dun rosario que alguén deixou durmido, sobre as sabas revoltas da cama sen fazer dun estudante estranxeiro.

Traspasado en silencio o limiar, o barullo das moitas voces da cidade de Nova York, o estrondo do tráfico, e mesmo o estremecemento dos edificios sostidos por andamios voluntariosos, envisgan a melodía do Allegro deconstruído dunha Raphsodia in blue, pulsada, na boca do metro, polo clarinetista que espera xuntar as moedas necesarias para pillar algo no Deli.
 
Arthur Tannenbaum existe. As cidades bombardeadas, lamentablemente, tamén existen. A memoria esnaquizada dos desposuídos, dos exiliados, merece ser preservada, reconstruída, na procura da xusticia, ou cando menos, para alivio do loito, porque «as cousas teñen o seu sitio e cando as cambias de lugar, poden aguantar pero o máis seguro é que non dean aguantado».
 
E a continuación, o estudante retornado se deixa acompañar na súa viaxe a Ernes polo Lamento de Marcial del Adalid. A serenidade que ofrece o Largo non deixa de suliñar unha evidencia: a muller fotografada por Ulric Benman non é outra que Leonita Portela. No faiado da casa comunitaria pelexa coa couza o museo etnográfico de Ernes.
Esa e a melodía que atravesa Os que marchan e Os que volven

E así quedamos nós, os netos dos famentos comedores de patacas, os fillos da clase media, esperando a que o rider chegue axiña á casa co noso pedido: dous ou tres cartóns de pringles cos que contentar a nosa bulímica cegueira.
 
Ou non...
 
Porque cando no fío musical de calquera ascensor da cidade de Nova York asome A house is not a home, Brais Lamela deberá recordar as sabias palabras de Blas Lamela: «...ti sempre dis non queda ninguén ou non queda nada pero algunha cousa paréceme a min que queda».

Francisco Rodríguez Coloma [Texto]
&
 Ana Tomé [Fotografías]