No cité Lolita ninguna vez, era demasiado obvio. Hablé de una cultura que sexualizaba a las mujeres desde una edad cada vez más temprana, de muñecas Bratz muy maquilladas y con zapatos de taco alto, de camisas con diseños de ropa interior, del sexo en el colegio como una manera rápida de ser popular; hablé del salvaje que se oculta a duras penas bajo el barniz civilizado de tantos hombres, de la incapacidad o fracaso masculino por domesticar el deseo, del miedo del hombre a ver a la mujer como su igual, de la impotencia en una sociedad que llevaba a tantos a buscar poder en una relación asimétrica con una menor.
sábado, 17 de diciembre de 2011
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