Cuando era niño, el día de
Reyes premiaron en la Parroquia a los que mejor se dejaban catequetizar.
No me resultó difícil ganar la oportunidad de elegir un juguete: un
carromato de pioneros del Oeste.
En cuanto lo tuve en la mano supe que
yo deseaba el rifle que acababa de señalar, con alivio, el chiquillo que
me sucedía en la fila de niños obedientes. Durante el resto de mi
infancia me maldije.
Todavía ahora, al oír el rezo de un Padrenuestro,
escucho las imaginarias detonaciones de aquella escopeta con una bala de
corcho, estruendos que, algunas veces, llevan a lamentar lo que pudo
haber sido, descuidando lo que está a punto de suceder.
Ilustración: Davide Cali y Serge Bloch, El hilo de la vida, Ediciones B, Barcelona, 2006.
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