DE SENECTUTE
Envecejer no es verte en el espejo
y hallarte las arrugas en el rostro:
hacerte viejo es ver los arañazos
que marcan a los seres que quisimos
y todo cuanto un día emocionaba
ahora ya del todo indiferente.
Las arrugas del alma son más hondas
que surcos en la piel. Mucho más blanca,
la nieve en la ilusión que en el cabello.
Aún la mano es fuerte, mas no encuentra
ya nada que los ojos ambicionen.
Envejecer es esto:
que muera el corazón sin que se pare.
ANTONIO RIVERO TARAVILLO, Lejos, La Isla de Sistolá, Sevilla, 2011, página 75.
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