Un niño trata de encerrar con una venera, en un hoyo de la playa, las aguas del mar. El mismo niño parte en dos la calamita, la piedra imán, y se asombra de que cada uno de los fragmentos vuelva a tener su norte y su sur. Vuelve a dividir esos dos fragmentos, y el polo norte y el polo sur aparecen de nuevo en los fragmentos. No se cansa, y así divide hasta el infinito y puebla el mundo de tantos polos norte y sur, que tales puntos invariables acaban ocupándolo todo, como la incertidumbre.
ANDRÉS TRAPIELLO, El arca de las palabras, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2006.
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