El
verano que abre las ventanas y que entorna las puertas me impedirá verla. El
verano que brinca entre las piernas de las muchachas alzándoles las faldas y
que descubre el torso sudoroso de los repartidores la ocultará. El verano que
distribuye su gelatina por los cuartos y que inunda las calles con una luz
caprichosa que parece no gastarse nunca le devolverá a mis manos la condición
inútil de la utilidad. El verano se erguirá sobre la pira para que arda, melancolía,
tu peso de manta antigua y el chapoteo constante de la lluvia en los canalones
de hojalata.
JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO, Vitrina de charcos, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2011, página 41.
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Berenice Abbott
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Berenice Abbott
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