Despiden a un chico en una pequeña empresa de sondeos. La fórmula que «ofrecen» para que el chico pueda cobrar el paro sin ir a juicio consiste en que el chico acepte entregar a la dueña y jefa de la empresa la indemnización que le correspondería, en negro, claro.
El chico acepta, necesita el paro. Al día siguiente, como por casualidad, se forma un corro en torno a la jefa que está contando anécdotas; la mayoría las conoce, pero todos ríen. Nadie guarda luto por el despedido. Todos tienen miedo, también aquel que, tres meses después, se convierte en narrador de lo ocurrido. Todos tienen miedo; la jefa tiene patrimonio.
BELÉN GOPEGUI, El padre de Blancanieves, Anagrama, Barcelona, 2007, p. 298.
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Iglena Rousseva
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