No
es que no haya nada nuevo bajo el sol, sino que todo lo que es posible,
precisamente porque lo es, ocurre una vez y otra. Es nuestra capacidad
de asombro y olvido, nuestro mayor don como especie, la que hace que lo
que en principio es igual nos parezca diferente. Entonces podemos elegir
si dejarnos llevar por el pesimismo, como tantos hacen este año, o si
queremos fijarnos, en cambio, en que aquella epidemia de ébola pudo
controlarse y que ya se están haciendo pruebas para una vacuna. O en que
las muertes por malaria en el planeta se han reducido en un 60 por
ciento. O en que dos semanas antes del referendo del brexit los países
africanos acordaron crear un pasaporte único para todo el continente. O
en que el hambre en el mundo estuvo este año en su nivel más bajo en un
cuarto de siglo. Porque, aunque en el cedazo de los días se acumula
siempre el mismo barro, hay siempre una o dos pepitas de oro que brillan
entre la escoria.
Miguel-Anxo Murado, La Voz de Galicia, 31 de diciembre del 2016.
&
Karmelo Bermejo
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