Un niño encontró sus páginas sueltas
En un calle bulliciosa
Y dejó de botar su balón
Para correr tras ellas.
Se le volaron de las manos
Como mariposas.
Sólo alcanzó a vislumbrar
Unos pocos nombres, una fecha.
En las afueras el viento se las llevó
Hasta el vertedero de neumáticos
Y el rio gris,
Donde ahogan crías de gato
Y por el que pasa el barco
Llamado Victoria
Desde el que un manco saluda.
CHARLES SIMIC, Mil novecientos treinta y ocho, Valparaíso, Granada, 2014, p. 71.
&
Zsuzsi Csiszer
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