Así como Leopardi asocia lo poético a lo vago, a lo impreciso, al
efecto de lo real pasado por el tamiz del recuerdo, Valéry nos advierte,
en un célebre fragmenta, que la sintaxis y las palabras de un poema han
de ser «tan precisas como sea posible, pero el sentido debe Permanecer
impreciso, múltiple, jamás totalmente identificable con la función
limitada de los términos». Un poema es ese ensamblaje preciso que da
lugar a lo impreciso, y de ahí proviene la radical extrañeza de la
poesía, del estado de invención que nos regala.
ERNESTO HERNÁNDEZ BUSTO, La ruta natural, Vaso Roto, Madrid, 2015, p. 15.
&
Mike Stilkey
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