domingo, 20 de abril de 2014

SOBRE RECUERDOS Y REGALOS, Juan Bonilla

   Mientras caminaba hacia mi hotel, ubicado junto a un parque en el que en una sola noche había más comercio sexual que en toda la literatura alemana de los últimos cinco siglos, iba paladeando el endecasílabo del poeta anónimo al que vi una vez delante de su dimensión desconocida y de su copa de vino, y por mucho que me lo prohibiera, fue imposible no armarse de recuerdos. Los recuerdos son las mejo­res marcas: récords. Un recordman no es sólo el que ostenta la mejor marca de una competición, sino también, por eso mismo, supongo, el que mejores recuerdos tiene de aquel día. No quería ser un recordman en un día como aquél, me iba diciendo a mí mismo que me dejara de melancolías, que dejase de recordar los patios de la infancia donde siempre había alguien cantando, las silenciosas calles entre bodegas por las que paseé mi desgana adolescente, la Alameda Vieja al lado de la catedral, donde me besaron por primera vez, la Librería Alternativa, donde robé una biblioteca entera de li­bros de bolsillo, que dejara de acordarme de los muertos, que dejara de echar de menos a los que iban a morir muy pronto, me instaba a vivir el presente, porque presente sig­nifica regalo.

JUAN BONILLA, Una manada de ñus, Pre-Textos, Valencia, 2013, p. 125.
&
Kenneth Ooms