El poeta nunca sabría que el anciano caballero odiaba la poesía y armaba sólo el café caliente con galletas al que lo invitaban. Por su parte, el anciano sí sabía que el joven escribía por soberbia y porque creía que la palabra dominaba al mundo. El caballero sorbía café y comía galletas y pensaba, sin embargo, que las palabras se limitan sólo a formar parte del mundo.
JESÚS ZOMEÑO, Lengua azul, Sloper, Palma de Mallorca, 2008, p. 32.
&
Antoni Tapies
0 comments:
Publicar un comentario