Él nunca admitiría tener ojillos de rata, risa de hiena, malas pulgas o hambre canina. En cambio, reconocería con gusto ser más listo que un lince y hacer vida de hormiga. Para hablar con exactitud, era un animal de costumbres. Bien es verdad que en este caso, bajo su rala piel de cordero, se escondía un tiburón de las finanzas. Sus enemigos, sin que sospechara nada, quisieron llevarse la piel del oso: lo mataron como a un perro mientras él echaba por la boca sapos y culebras. Pero, como asesinos inexpertos, rehusaron comprobar si su víctima tenía más vidas que un gato.
ÁNGEL OLGOSO, Astrolabio, Cuadernos del Vigía, Granada, 2007, p. 94.
1 comments:
más que humano...parque zoológico
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