UN NIÑO DORMIDO EN SU PROPIA VIDA
Entre los hombres ancianos que tú conoces
hay uno, anónimo que rumia
sobre todo el resto, meditabundo.
Ellos no son ninguna cosa, salvo en el Universo
de esa sola mente. Él los contempla
por fuera y los conoce por dentro,
único emperador de lo que son,
a la distancia y todavía cerca para despertar
los acordes encima de tu cama esta noche.
WALLACE STEVENS, Poemas tardíos, Lumen, Barcelona, 2010, p. 61.
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