EL ERROR
Oigo un grito terrible de mi hija. Corro hasta su habitación y la veo sobre la cama, señalando aterrorizada un extraño insecto que se arrastra por su alfombra. Sin pensarlo, lo aplasto con mis mocasines de verano. Me siento junto a ella, la acaricio y observo que el animal aún mueve una pata. Me agacho, lo miro de cerca y percibo un murmullo agónico: “¡Helfen! ¡helfen!”. Entonces entiendo todo. Acabo de matar a Kafka.
RAÚL SÁNCHEZ QUILES, Hiperbreves, S.A. (Sólo 175 microrrelatos), Baile del sol, Tenerife, 2010, página 15.
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