Por más que lo pienso, no hallo mejor oficio que el de critico de haikus, puesto que tuvo un poeta «zen» japonés llamado Senroy. Evaluaba cuantos poemas se le sometían y los que juzgaba mejores se publicaban. Se calcula que hizo la crítica de dos millones y medio de piezas. También cómo no los escribio con mucho acierto. Murió en 1790, a la venerable edad de setenta y tres años. ¡Qué destino admirable! A este maestro le heredó y sustituyó en el sutil oficio su hijo mayor, y muerto éste, otro hijo. De este tercer Senroy es esta composición difícilmente mejorable por sus antecesores, hermano y padre respectivamente:
Como gota de rocío
sobre una hoja de loto,
desaparezco.
ANTONIO MARTÍNEZ SARRIÓN, Escaramuzas, Alfaguara, Madrid, 2011.
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