EL GIRASOL
En mi mano cerrada cabe el día,
el fuego aleatorio de los instantes
y el silencio que esparcen los amantes
cuando termina la fiesta y nada queda
de la luz petrificada entre las montañas.
En mi mano abierta cabe la sombra
abandonada por la vida que me espera
lejos del invierno, cuando la primavera
devuelve al tallo la rosa fenecida
y lo que fue vuelve a ser, y toda pérdida
regresa como un lucro inmerecido.
Mi mano sostiene un girasol.
Soy la sobra y el exceso, como el viento
o como la luz incómoda del sol.
LÊDO IVO, El silencio de las constelaciones, Monte Ávila, Caracas, 2010, p.125.
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