Uno puede declararse aceptablemente feliz cuando no necesita apenas acontecimientos a su alrededor, y muy feliz cuando no necesita absolutamente ninguno. El hambre de acontecimientos es una de las señales más seguras de infelicidad.
(Los acontecimientos)
RAFAEL ARGULLOL, El cazador de instantes. Cuaderno de travesía (1990-1995), Acantilado, Barcelona, p. 96.
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